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Los obispos aragoneses han alertado de la polarización de la sociedad «que amenaza la cultura de reconciliación» ante las próximas elecciones, por lo que animan a «favorecer el respeto mutuo y a cuidar la convivencia».

A través de una carta firmada por los cinco titulares de las diócesis de Aragón, los obispos instan a los ciudadanos a superar la dialéctica de «los míos» y «los otros» reconociendo las limitaciones y aciertos de todos. En la misiva, se advierte de «la tentación de etiquetar a las personas en bandos antagónicos, lo que »hace imposible alcanzar el consenso que reclaman los temas más decisivos y sensibles para la vida social y la convivencia pacífica de los
pueblos".

Ante la posibilidad de que estas tensiones puedan agravarse de cara a los próximos comicios autonómicos y municipales, los prelados aragoneses instan a la ciudadanía a «favorecer el respeto mutuo y a cuidar la convivencia».

«No sirve de mucho lamentarse de las guerras entre países, si en el ámbito doméstico no somos capaces de trabajar por La Paz, con la mirada puesta en el bien común».

Los obispos consideran «una buena noticia» la aprobación de la Ley de Cultura de Paz por las Cortes de Aragón, a propuesta del Seminario de Investigación para La Paz. Una norma que pretende promover compromisos concretos en el ámbito de la educación, la investigación, los medios de comunicación, las entidades locales, la cooperación internacional y la protección social de las víctimas de violencia.

«Trabajar por la paz es el arte de tender puentes una y otra vez, en cada familia, en cada pueblo o ciudad, en cada nación», han resaltado.

El documento suscrito por los representantes de la Iglesia en Aragón deja claro que «la paz no se logra sólo con un acto aislado de alto el fuego o de reconciliación, sino que requiere, para que sea estable y duradera, un modo de vivir, de relacionarse, de afrontar los conflictos renunciando a las vías violentas, buscando la justicia y la verdad».

La ley, añaden los obispos, «es para todos los ciudadanos sin distinción de creencias, pero los cristianos tenemos, además, una motivación fundada en el evangelio de Jesús para comprometernos en favor de esta cultura. Él dijo: »Bienaventurados los que trabajan por la paz porque ellos serán llamados hijos de Dios". La paz es un don de Dios, que hemos de pedir y ejercitar.

La carta está firmada por el arzobispo de Zaragoza, Carlos Escribano Subías; el obispo de Huesca y Jaca, Julián Ruiz Martorell; el obispo de Barbastro-Monzón, Ángel Javier Pérez Pueyo; el obispo de Teruel y Albarracín, José Antonio Satué Huerto, y el Obispo de Tarazona, Vicente Rebollo Mozos.