Restaurante El Nou Cavall Verd, Campell, Vall de Laguart | NOU CAVALL VERD

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Una decena de personas han formado un equipo de voluntarios para preparar comidas y cenas destinadas a afectados por el incendio forestal de la Vall d'Ebo (Alicante). El cocinero Evaristo Miralles encabeza este grupo formado en parte por el personal del restaurante El Nou Cavall Verd, ubicado en Campell, uno de los núcleos de población que conforman la Vall de Laguart en la Marina Alta.

En declaraciones a Europa Press, el cocinero ha detallado que en apenas 24 horas han dado de comer a cerca de 300 personas y se prevé que para esta noche se amplíe en otras 150, principalmente a vecinos desplazados desde Pego, así como a cualquiera que se haya visto afectado por el avance del fuego o trabaje en su extinción.

Según las llamas iban calcinando la vegetación del corazón de la provincia, el cocinero y su equipo decidieron cerrar de manera voluntaria el restaurante para ofrecer este servicio altruista, que cuenta con la ayuda de labradores y vecinos que aportan provisiones al grupo junto con su granito de arena a esta labor.

«Desde ayer por la noche estamos haciendo comidas, tanto para efectivos como para evacuados de Pego. Las bajamos para la Vall de Gallinera y Vall d'Ebo. Ya se han hecho 300 y hay otras 150 previstas», ha destacado Miralles.

Los voluntarios no cuentan con una previsión del tiempo que se prolongará este servicio altruista debido a la situación en la que se encuentra el incendio forestal: «No tenemos previsión, simplemente decidimos voluntariamente cerrar y dedicarnos a esta labor para gente evacuada, por sentido común».

Paralelamente, cerca de Benimaurell, otro de los municipios próximos al desarrollo del incendio al sur de la Vall d'Ebo, se encuentra el restaurante La Venta del Collao, cuyos dueños estiman pérdidas económicos entre 12.000 y 15.000 euros debido a las cancelaciones de la semana y el cierre obligado por el transcurso de las llamas.

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Su propietario, Salvador Josep, ha explicado que el fuego llegó a estar a unos cien metros a espaldas del establecimiento y que ha afectado, principalmente, al entorno natural que rodea al negocio: «Desalojamos el restaurante el domingo al mediodía y todavía no podemos abrir, ya no por el fuego, sino por el humo y el acceso a las carreteras».

"es una locura"

Del mismo modo, el lunes fue un día «crítico con muchos efectivos» cerca para tratar que el fuego no se expandiera y llegase hasta el restaurante. Respecto a las pérdidas, el dueño ha recordado que el potencial del local en verano «se dispara» debido al turismo: «Al estar en la montaña solo damos servicio de comidas y podemos hablar de más de cien personas al día. Si cerramos una semana, son 600 comidas que no das. Es una locura».

Además de los restaurantes y ventas ubicados en el interior de la provincia, el sector de las casas rurales es otro de los que sufre las devastadoras consecuencias del incendio forestal. Algunos negocios ya han sido evacuados, por lo que no es posible contactar con sus propietarios para conocer cuál es su situación.

Otros que aún observan la evolución de las llamas y esperan a un aviso de las autoridades se muestran «inquietos» y «tristes» por la situación. El propietario de Ca Luis, una casa rural cerca del Barranc de l'Infern, en Campell, ha compartido su «indignación» y «preocupación» por el avance del fuego.

«Los efectivos están en otros municipios intentando apagarlo, pero claro aquí tenemos el pueblo todo lleno de humo --ha lamentado--. Teníamos una reserva para el fin de semana pero lo tendremos que cancelar porque no tiene pinta de que se acabe. Todo está lleno de humo y ceniza, y no vemos que se pueda controlar. Es un caos».

Otros negocios colindantes que conforman la Vall de Laguart se han sumado a las críticas de la gestión y a la «falta de mantenimiento» de los montes. También temen por las laderas y pinadas que no se han quemado: «Sería un desastre».

Por último, la propietaria de la casa rural Sastre y Seguí, Cristina Serrano, en Alpatró (Vall de Gallinera), ha advertido que tendrá que cancelar las reservas de «todo el mes» porque no se puede entrar al pueblo al estar la carretera está cerrada: «Estamos avisando a los clientes de que no podemos entrar y me temo que tendremos que cerrar todo lo que resta de mes».