Los trastornos de ansiedad representan, en conjunto, la enfermedad psiquiátrica más frecuente.

La ansiedad es una reacción muy frecuente en situaciones de estrés, cuando las demandas del medio superan los recursos de los que nuestro organismo dispone para hacerles frente. Un cierto grado de ansiedad proporciona un componente adecuado de precaución en situaciones especialmente peligrosas –una ansiedad moderada puede ayudarnos a mantenernos concentrados y afrontar los retos que tenemos por delante– pero cuando el sistema de respuesta a la ansiedad se ve desbordado acaba dando lugar a problemas de tipo clínico. Durante el ataque de ansiedad el sujeto se siente paralizado con un sentimiento de indefensión y, en general, se produce un deterioro del funcionamiento psicosocial y fisiológico.

Los trastornos de ansiedad afectan al 15-20% de la población en algún momento
de la vida. Representan, en conjunto, la enfermedad psiquiátrica más frecuente. Entre ellos destaca el trastorno fóbico: alrededor de un 7% por de mujeres y un 4,3% de hombres padecen fobias específicas (a algún animal, a un objeto, a la oscuridad, etc.), mientras que las llamadas fobias sociales (la aptitud de una persona para relacionarse de un modo afable con los demás) se hallan en un 13% de la población.

Los síntomas

La ansiedad se manifiesta a nivel emocional y físico. Es importante reconocer ambos tipos de manifestaciones y acudir al médico en cuanto se detectan, ya que una persona con ansiedad que experimente estos síntomas puede considerarlos como signos de una enfermedad grave y, en consecuencia, empeorar en la enfermedad:

-Síntomas mentales: preocupación constante, cansancio, irritabilidad, agitación y problemas para concentrase y conciliacr del sueño.

-Síntomas físicos: taquicardia, dificultad para respirar, sudoración excesiva, tensión muscular, temblores, mareos, desmayos, indigestión, diarrea y dolor de cabeza.

Las causas

Las causas de los trastornos de ansiedad no están del todo claras y en buena parte de los pacientes no llegan a conocerse. Estos son algunos de los factores que pueden influir:

-Causas genéticas: la ansiedad puede heredarse de padres a hijos. En concreto, lo que se transmite a través de los genes es la predisposición. No obstante, cabe señalar que todavía queda mucho por investigar para poder sentar las bases de los mecanismos genéticos de los trastornos de ansiedad.

-Causas circunstanciales: hechos traumáticos como un accidente de tráfico, un atentado o un incendio pueden provocar ansiedad; en estos casos, el sentimiento de ansiedad puede desaparecer cuando concluye el problema o bien permanecer durante meses o años. Es lo que se conoce como trastorno de estrés postraumático.

-Consumo de drogas: Las anfetaminas, el éxtasis o el LSD son sustancias estupefacientes que pueden causar ansiedad. Para algunas personas, también la cafeína o la teína pueden producirla.

La prevención

La ansiedad es un sentimiento normal de temor ante situaciones amenazantes o difíciles. Según la Sociedad Española de Psiquiatría, se estima que una de cada diez personas sufre algún episodio de ansiedad en algún momento de su vida. Para prevenirla es importante adoptar un estilo de vida saludable y evitar el consumo de drogas y sustancias que la causan (cafeína, teína y drogas como el éxtasis, las anfetaminas o el LSD).

Practicar ejercicio físico de forma regular, en especial al aire libre, también ayuda a despejar la mente y evitar los sentimientos ansiosos. Del mismo modo, las técnicas de relajación ayudan a combatir la aparición de crisis. Se pueden aprender de la mano de profesionales o de manera autodidacta, mediante libros y material audiovisual de autoayuda.

El diagnóstico

Para evaluar si una persona sufre ansiedad, es recomendable descartar la existencia de una enfermedad sistémica. La entrevista clínica es el instrumento por excelencia para poder establecer un diagnóstico de los trastornos de ansiedad y llegar a una compresión global del paciente. Debe recoger la información necesaria para orientar el diagnóstico y se suele estructurar en cuatro fases: preliminar (su objeto es conocer el motivo de la consulta), exploratoria (el paciente es preguntado acerca de los síntomas, posibles factores desencadenantes, presencia de patologías orgánicas y antecedentes), resolutiva (el paciente es informado de la naturaleza del problema y se solicita su implicación en la elaboración de un plan diagnóstico- terapéutico) y final (el médico ofrece al paciente una serie de recomendaciones que debe empezar a poner en práctica).

El tratamiento

Los trastornos de ansiedad se tratan farmacológicamente, además de con terapia psicológica cognitivo- conductual. En el tratamiento farmacológico se emplean, fundamentalmente, benzodiacepinas y ansiolíticos, que en todos los casos son fármacos de prescripción médica. El el psicológico se emplea la terapia cognitivo-conductual, mediante la
cual el terapeuta enseña al paciente a manejar la ansiedad y a controlar los miedos, cuestionando su carácter irracional y sustituyéndolo por formas de pensar más racionales.

El caso de los niños

Algunos trastornos de ansiedad se desarrollan en los niños tras un episodio de aprendizaje emocional concreto o que obedece a unas pautas determinadas. Un niño puede desarrollar un trastorno de ansiedad por separación, el que se suele dar más comúnmente en la infancia, cuando ha sufrido una experiencia momentánea de pérdida de sus padres. En ese caso el trastorno se caracteriza por un temor a la pérdida de la seguridad (la pérdida de sus
padres por un fallecimiento o una separación), un trastorno de evitación (cuando nunca quiere dormir fuera de casa o no se separa de las faldas de su madre) o el desarrollo de otras fobias infantiles. Como el riesgo de padecer fobia social también se puede definir
en términos de conducta, es esencial que los padres aprendan a entrenar a los más pequeños para corregir esa tendencia genética.