En 1968, el arquitecto finlandés Matti Suuronen creía que una casa de bajo coste y adaptable sería la casa del futuro dando solución a la escasez de viviendas en el mundo. | Pixabay

La visión actual de las casas del futuro describe que éstas serán mucho más sostenibles, con mayor innovación tecnológica, estarán más automatizadas, aprovecharán más los recursos, la domótica, la big data, el Internet aplicado a todos los electrodomésticos, la inteligencia artificial, las impresiones 3D… serán los conceptos que den forma a esta visión futurista que en muchos aspectos está mucho más cerca de lo que parece.

La domótica

Las tecnologías no solo harán cosas por nosotros sino que su capacidad para aprender conseguirá mejorar aspectos como la eficiencia energética. Y es que además de una vida más cómoda, una casa inteligente (smart home) debe tener la función indispensable de procurar un importante ahorro de energía, no solo para controlar gastos, sino principalmente para reducir el impacto medio ambiental. Acciones tan sencillas como mantener una temperatura agradable y constante, o sensores que apaguen las luces si no hay nadie en la estancia o corten un grifo abierto si nadie lo usa, son algunas de las más básicas capacidades que se pueden conseguir y que repercuten de forma positiva en el planeta.

Imaginar es gratis, a partir de ahí cualquier cosa será posible... O tal vez ya lo sea: lavadoras que deciden cuál es el lavado más ecológico y económico, neveras que avisan de cuándo un alimento está pereciendo, sistemas que te organizan la lista de la compra, robots de limpieza y cocina, bombillas inteligentes que se pueden apagar a distancia, cámaras de seguridad que lanza avisos al móvil... Si todo esto ya es presente... ¿cuántas posibilidades no tendrán las casas del futuro?

Pero una casa tan conectada a Internet y tan inteligente aflora un conflicto para las personas que la habitan. Y es que esta exposición tan personal al mundo de nuestras vidas hacia las redes, debe estar soportada por un alto nivel de seguridad cibernética, por tanto, parece obvio que la casa del futuro también deberá incluir en su presupuesto una amplia partida económica a cubrir este campo.

Obra nueva
La eficiencia energética de las casas es el mayor reto que se antepone para el futuro.

La creatividad de los espacios

Hay varios proyectos actualmente que trabajan en esta visión de dentro de unos años sobre cómo serán las casas. La creatividad de la arquitectura tomará rumbos que, a día de hoy, no podemos imaginar. Por ejemplo, el arquitecto español Luis Vidal, de reconocimiento internacional y con proyectos tan importantes como la T4 del aeropuerto de Madrid o del Heathrow Airport en Londrés, está construyendo en Tokio una casa cuyos espacios se pliegan cuando no se usan, dándole más espacio a la estancia que sí se está usando. Esto lo consigue mediante un sistema de suelos y paredes móviles. Esta visión de Vidal es ‘la casa en 2050’ que busca adaptarse a las ‘necesidades de las generaciones venideras’.

Las casas giratorias, aquellas casas que se mueven según se mueve el sol ya son una realidad y hay varias por todo el mundo. Aprovechan la luz solar para las placas fotovoltaicas, para tener mayor luz natural durante más horas y una temperatura mejor.

Y sobre creatividad nunca se ha dejado de trabajar en el mundo de la arquitectura y muchos edificos hoy en día lo demuestran. Sobre casas, es conocida la invención del arquitecto finlandés Matti Suuronnen en 1968, cuando su percepción de la casa del futuro tenía similitudes a lo que conocemos por nave espacial.

La idea era poder moverla fácilmente, de 50 m² y de espacio abierto conteniendo cocina, baño, salón de estar y dormitorio privado. Y aunque no fue un éxito de ventas (se construyeron alrededor de cien unidades), sí fue una revolución conceptual. Suuronen creía que el bajo coste y la adaptabilidad de la Casa Futuro la convertirían en una solución ideal para la escasez de viviendas en todo el mundo.