Al final de la danza de la ‘Titoieta’, la Dama vence, derrota y salta sobre el Dimoni. | Redacci

Algaida despertó este martes con la emoción latente del último baile de la revetla. La magia y la escenificación de la muerte final del Dimoni (Miquel Ballester) y la última victoria de la Dama (Joana Maria Llompart) conmovieron a los algaidins. Pero la esencia de los Cossiers, más allá de nombres propios, siguió firme con la perfecta ejecución de unas danzas que arraigan su sentido, su carácter y su vigor en los siglos pasados.

Sant Jaume, fiesta veraniega de Algaida, presumió un año más, y ya son 44, de Cossiers. El templo parroquial acogió el oficio solemne en el que los danzantes interpretaron l’Oferta. Al final de la ejecución, el público aún se resiste a aplaudir a los Cossiers. Este fue el momento para ver los primeros pasos de dos de los nuevos cossiers. Fueron Guillem Andreu y Guillem Puigserver. Los nervios no les traicionaron e interpretaron cada paso hasta el altar con seguridad. Laura Ferragut, como Dama; Pere Ferragut, Toni Barceló, Xesc Cerdà y Guillem Mascaró completaban el rotle de bailadores.

Fuera del templo ya les esperaba el Dimoni, Joan Antoni Juan, intentando que niños y mayores respetaran el espacio reservado para las danzas. Los Cossiers seguían el ritmo que les marcaban los flabiols y tamborinos de Mateu Mulet y Mireia Oliver, acompañados por el viento de las xeremies de Alexandre Mulet.

En la Placeta de l’Església y ante decenas de fieles seguidores de la danza interpretaron los cinco bailes en círculo que escenifica la colla desde su recuperación a principios de los años setenta. Mestre Joan, Els reis, Flor de Murta, Dansa Nova y Obriu-nos. El Mergançó, un baile en línea, sirvió para ver la destreza de cada uno de los Cossiers.

Y, finalmente, la esperada Titoieta, la danza ya emblemática de Algaida, puso el punto final con la muerte del Dimoni y la teatralidad de la misma en la que Dimoni y Dama luchan para ganar, tal vez por la influencia del bien y el mal eclesiástico. En definitiva un Sant Jaume para enmarcar.