El 2022 ha sido un año de recuperación para todos los sectores y, principalmente, para el sector turístico. El alquiler vacacional ha recuperado la gran parte de los clientes perdidos en el 2020 y 2021, un mercado que en 2021 empezó a dar síntomas positivos y ha seguido consolidando el crecimiento en 2022, obteniendo unas cifras similares a las de 2019.

Esta recuperación de los ingresos previos a la pandemia no se ha reflejado en una recuperación de la rentabilidad debido al incremento de costes que hemos sufrido a partir del segundo trimestre de 2022, principalmente costes energéticos, y que no se han podido repercutir en los precios de las casas vacacionales ya que la gran mayoría de reservas ya estaban hechas con anterioridad a la subida de costes.

2002 ha sido el año en el que nos hemos vuelto a juntar con los amigos y las familias y esto ha provocado que las casas con más capacidad, de diez y doce personas en las que se pueden juntar varias familias o una familia con muchos miembros para disfrutar de las vacaciones en las islas, hayan sido el producto estrella de la temporada y el que mayores ocupaciones han tenido. El resto de tipologías ha tenido un buen comportamiento principalmente las fincas, casas de campo con piscina, y los chalets unifamiliares en zonas de costa con porcentajes por encima del 80% durante toda la temporada alta, los apartamentos han tenido una ocupación un poco inferior ya que el turista vacacional busca principalmente la calidad y privacidad que les dan las fincas y villas.

El alquiler vacacional, como siempre, ha provocado un efecto expansivo en la economía local, ya que es un turismo que solo viene con alojamiento y ha incrementado considerablemente el gasto efectuado en la oferta complementaria, restauración, transporte, actividades y pequeño comercio.

Esta tipología alojativa se está consolidando a nivel europeo como el turismo preferido por las familias y el de mayor crecimiento en los últimos años. Y si en las Illes Balears no queremos renunciar al turismo familiar de calidad que busca experiencias locales, gastronomía y naturaleza, no podemos renunciar a potenciar el sector dándole herramientas para poder incrementar la calidad de los alojamientos vacacionales como se ha hecho durante los últimos años en la industria hotelera. Ya se han realizado estos dos últimos años importantes inversiones principalmente en eficiencia energética sin ninguna ayuda de la administración, cosa que sí ha sucedido en el sector hotelero.

También hay que recordar que el alquiler vacacional ha sido y podría ser la principal herramienta que hemos tenido en la isla no sólo para mantener y conservar el patrimonio rural de las islas, sinó también para generar riqueza a muchísimas familias de clase media. Con la actual congelación de la bolsa de plazas y la prohibición del alquiler vacacional en zonas rústicas protegidas, se pone en peligro la conservación de gran parte de nuestro patrimonio, como las grandes possessions de la Serra de Tramuntana o la posibilidad de complementar los ingresos de la actividad primaria con el turismo.
Así mismo, muchas zonas ahora consideradas maduras saturadas, como por ejemplo s’Illot, que tiene una planta hotelera muy estacional, se verían beneficiadas por el alquiler turístico, pudiendo revitalizar estas zonas permitiendo que los comercios y restaurantes tuvieran una temporada más larga.
En definitiva, los beneficios de la tipología alojativa que representa Habtur, tiene muchas más externalidades positivas que negativas y apostar por este sector sería garantía de éxito. El objetivo para 2023 es recuperar la rentabilidad perdida a causa de la inflación y la subida de precios de los suministros y todos los factores nos hacen indicar que el 2023 volverá a ser un buen año para el alquiler vacacional.l