En un proceso similar al de otros sectores económicos la digitalización de los sistemas sanitarios supone un cambio de modelo en la práctica tradicional de la medicina y la relación con el paciente.
Sin renunciar a años de aprendizaje y buenas prácticas, que debemos mantener, se presentan nuevas posibilidades de continuar extendiendo el compromiso con la salud, en el nuevo entorno de «salud digital».

Este concepto, engloba múltiples formas de extraer beneficios de la tecnología, analítica de datos, automatización de procesos y nuevos servicios en forma de webs o aplicaciones para teléfonos inteligentes. La «transformación digital» tendrá implicaciones en la práctica médico-asistencial, orientada a mejorar el cuidado de la salud de las personas y poniendo al paciente en el centro del proceso. De esta manera, gracias a avances en genómica y en tecnologías como el big data, o la inteligencia artificial será posible trascender a una medicina proactiva y personalizada, enfocada en la predicción y la prevención. Dicho de otra manera, establecer una estrategia de control y anticipación de determinadas patologías, reducir procedimientos innecesarios y agilizar o priorizar aquellos que aportan valor para el paciente. Hoy tenemos como retos, solucionar los tiempos de espera en las urgencias o reducir las listas de espera en consultas y para conseguirlo la digitalización debe jugar un papel decisivo.

Según la Organización Mundial de la Salud, la «digitalización de la salud» es un proceso por el que las personas tendrán mayor control sobre las decisiones y acciones que les afectan. Se estima que un paciente informado mejora en un 20% el cuidado y seguimiento de su enfermedad.

Además, entre otras ventajas, la «digitalización» permite ser más eficientes, aplicar criterios de universalidad y equidad, así como acercar servicios de asistencia a poblaciones alejadas de los principales centros hospitalarios.

La historia nos enseña que de las crisis surgen oportunidades, la reciente pandemia ha puesto de manifiesto la utilidad de herramientas como la telemedicina y ha potenciado la implementación de tecnologías e-Health. La revolución tecnológica llega con vocación de permanencia, pero atención, no todos los proyectos se perpetuarán, únicamente un pequeño porcentaje de aquellos que a largo plazo resulten prácticos para los profesionales y beneficiosos para el paciente, supondrán el verdadero cambio. En definitiva, aquellas innovaciones que enlacen con el principio atemporal de buscar la «excelencia en la asistencia del paciente».

Para que estos objetivos de transformación digital resulten beneficiosos, es imprescindible la colaboración de instituciones públicas y privadas que refuercen la confianza, transmitan seguridad, fomenten el uso y hagan las tecnologías accesibles a pacientes de todas las edades, humanizando los servicios digitales y favoreciendo que los equipos médicos y de enfermería puedan dedicar el tiempo necesario a cada paciente, mejorando la calidad asistencial.

Precisamente, dentro de este enorme proyecto de sistematización y robotización de procesos en el entorno de la salud, es más importante que nunca resaltar la figura de los profesionales de la medicina y de la enfermería. Todos los estudios de empleabilidad y proyección del futuro del mercado laboral apuntan a que junto con otros equipos de profesionales son y serán un recurso indispensable en toda la actividad. Más en concreto en el sector preocupa la carencia de profesionales de enfermería en general y en muchas especialidades médicas en particular. Por este motivo, en paralelo con el imparable proceso de digitalización, creo que deben ser bienvenidas iniciativas recientes como el aumento de plazas en la Facultad de Medicina de les Illes Balears, o la nueva «Escuela de Enfermería» impulsada por el CESAG y Quirónsalud, que aportará al sector 50 nuevos profesionales cada año.l