Las Illes Balears disponen de unas condiciones excepcionales para la navegación deportiva y el disfrute del mar. En paralelo con el desarrollo turístico de nuestras islas se han ido creando importantes infraestructuras náutico-deportivas hasta conformar una industria reconocida internacionalmente, capaz de ofrecer servicios de alta calidad tanto a visitantes como residentes.

El turismo náutico en Balears nace de la mano de unos clubes náuticos de larga tradición, que han fomentado esta práctica deportiva en nuestras aguas bajo la forma jurídica de entidades sin ánimo de lucro. Con la promulgación de la Ley de puertos deportivos de 1969 se propició un importante auge de obras e instalaciones portuarias de mano de la iniciativa privada, generando espacios al servicio de la navegación deportiva.

Esta ley impulsó la construcción y desarrollo de instalaciones náutico-deportivas -lo que se conoce como puertos deportivos o marinas- enfocadas al servicio de embarcaciones y de sus tripulaciones. Se crean así una serie de espacios con un triple carácter turístico, náutico y deportivo, y con una oferta cultural y de ocio que aunaba restauración, gastronomía y comercio. Todo ello es también compatible con unas áreas técnicas dedicadas a la industria de la reparación y mantenimiento de embarcaciones que aportan tecnología, innovación y formación cualificada.

De este modo se han creado verdaderos polos de actividad tanto turística como deportiva e industrial. Son espacios de interacción puerto-ciudad que consiguen dinamizar y diversificar el destino y aportan un turismo de alto poder adquisitivo, que beneficia en toda su área de influencia a la oferta hotelera, de restauración, comercial y técnica.

Esa transversalidad es una de sus principales virtudes, al proporcionar impactos positivos en múltiples sectores como los de alimentación, ocio, alojamiento, restauración, comercio, transportes, innovación, industria, formación, cultura y deporte. Además, son un elemento destacado en la promoción turística de las islas de la mano de las actividades náuticas y sociales que se celebran en torno a las múltiples regatas que acogen nuestras aguas.
Otro de sus principales atributos es la capacidad para resisitir en los malos momentos: durante las últimas crisis económicas el turismo náutico ha sido uno de los sectores productivos que mejor han soportado las caídas de demanda, logrando mantener su nivel de empleo.

La actividad náutica gira en torno a la oferta de los clubes náuticos, normalmente con atraques destinados a embarcaciones de eslora pequeña y mediana, y de los puertos deportivos y marinas, que son entidades mercantiles de carácter privado con una oferta de atraques y servicios orientados a clientes de mayor poder adquisitivo.

En las Illes Balears existen 69 instalaciones náuticas, bien sean puertos deportivos o clubes náuticos. De ellas 36 se ubican en Mallorca ofreciendo 16.186 amarres, 9 en Menorca con 3.273 amarres, 8 en Ibiza con 2.888 amarres y 2 en Formentera con 84 amarres. La suma total asciende a 22.431 amarres. De ellos 9.089 están bajo competencia de puertos del Estado y 13.342 son de competencia autonómica.

Para hacernos una idea de la importancia estratégica de la náutica deportiva basta apuntar que la náutica de recreo aporta casi el 68% de la totalidad de ingresos de explotación de la Autoritat Portuària de Balears, organismo gestor de los puertos de interés general de competencia estatal. Así, según datos de este mismo organismo extraídos de su Memoria de Sostenibilidad 2020, de 64,1 millones de euros de ingresos totales, 43,4 millones de euros provienen de la náutica deportiva. Estos ingresos provienen de las concesiones administrativas en concepto de canon de ocupación de las instalaciones náuticas y de la tasa de actividad asociada, así como de las tasas cobradas a las embarcaciones deportivas.
Con estos recursos, y los que provienen de otras actividades portuarias, (mercancías, pasajeros, cruceros, pesca, puerto-ciudad, etc.) la Autoritat Portuària financia las infraestructuras portuarias para asegurar la conectividad de nuestras islas a través de sus puertos de competencia, a saber, Palma, Alcúdia, Maó, Eivissa y la Savina en Formentera, conforme al principio de autosuficiencia económica del sistema portuario estatal fijado por ley.

Estas cifras demuestran que las instalaciones náuticas representan una de las industrias más sólidas en el panorama industrial de Balears. Pero, ¿cuál es la estrategia de futuro? El sector tiene un verdadero talón de Aquiles en cuanto a las dificultades para mejorar su capacidad de acogida, tanto para la demanda local -la más social- como para la de embarcaciones de mayor porte, que son las que generan más actividad e ingresos para las arcas públicas. Nuestra escasa capacidad para recibir megayates es otra de las debilidades, porque renunciamos a una actividad con indudables ventajas en cuanto a riqueza y diversificación de nuestra economía, que contribuye al mantenimiento del estado del bienestar.

Otra de las flaquezas que afectan al sector es la falta de personal especializado, si bien el centro nacional de referencia de formación profesional afincado en Menorca, los distintos cursos de formación profesional ofrecidos por algunos centros, los programas de capacitación inicial en mantenimiento y reparación de embarcaciones en Alcúdia, las iniciativas en marcha en Palma y Alcúdia de centros de formación náutica profesional o las iniciativas de la UIB en programas de formación especializada, conforman estrategias encaminadas a paliar esta necesidad.

A pesar de sus detractores, desde sus inicios el sector ha destacado por su compromiso con la sociedad y el medio ambiente, implantando sistemas de gestión ambiental, conjuntamente con programas de gestión de calidad, seguridad y salud laboral. Ejemplo de ello son las instalaciones náuticas acreditadas con la Bandera Azul, la Q de Calidad turística, los certificados de Calidad ISO 9001, Sistemas de Gestión Ambiental ISO 14001, Sistema Comunitario de Gestión y Auditoría Medioambiental EMAS, control de la huella de carbono, distintivos ecoturísticos o el certificados OHSAS 18001, sin olvidar los programas de accesibilidad y los planes de igualdad.

Este compromiso social y ambiental ha situado al sector en la senda del cumplimiento de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. Inversiones para reducir la huella de carbono, para descarbonizar las instalaciones náuticas y mejorar la calidad del agua, la digitalización de las instalaciones o la implantación de planes de responsabilidad social corporativa en el ámbito de la protección de la biodiversidad, la circularidad y la igualdad de género son algunas muestras de ese compromiso.

Con ello, las instalaciones náuticas crean una riqueza que contribuye al sostenimiento de las necesidades sociales, generando empleos de calidad y bien remunerados, y aportando recursos financieros para la conectividad marítima de nuestro archipiélago. Sus infraestructuras pueden acoger una industria capaz de diversificar nuestra economía de forma sostenible a través de la tecnología, la digitalización, los conocimientos técnicos y la innovación, conformando así una verdadera economía azul.

Nuestro reto es poner en valor y saber explicar a la sociedad lo que hacemos. Debemos animar a las administraciones públicas a mejorar la ordenación para crear un marco jurídico estable y seguro que de carta de naturaleza a nuestro sector, quizá a través de una regulación específica en la Ley de Puertos del Estado de nuestra actividad, y de un desarrollo reglamentario de la Ley de Puertos Autonómica. Con ello lograríamos mejorar la gobernanza de una actividad esencial y estratégica para nuestra comunidad.

Orientémonos hacia la excelencia, el respeto al entorno y la calidad, poniendo a las personas en el centro de nuestro quehacer. Somos líderes mundiales en turismo vacacional, no renunciemos a serlo también en turismo náutico.l