Equipo. Marc López, que recientemente se unió al ‘staff’ técnico, y los mallorquines Rafa Nadal, Carlos Moyà y Rafael Maymó en los vestuarios de la Rod Laver con el trofeo.

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«Mi pie no está preparado». Rafael Nadal había vuelto a las pistas el 5 de agosto en el torneo de Washington. Su último encuentro anterior había sido las semifinales de Roland Garros, donde pierde ante Djokovic en cuatro sets, casi dos meses antes. En la capital de Estados Unidos gana a Sock, pero las sensaciones son malas. En segunda ronda cede ante Lloyd Harris. El 11 de agosto Nadal anuncia que no participará en el torneo de Toronto, que ha conquistado en cinco ocasiones. Saltan las alarmas y Nadal y su equipo dan por terminada la temporada. El culpable es su escafoides del pie izquierdo. Una lesión que arrastra desde 2005 y que le obliga a jugar con unas plantillas que para cualquier humano sería incómodo sólo el caminar.

Descanso

El manacorí debe estar un mes sin coger la raqueta, aunque no descuida el físico. El 11 de septiembre publica una foto tras realizarse en Barcelona un tratamiento paliativo y conservador. El pronóstico es de reposo durante unas semanas y el inicio de la temporada está en el aire. El pesimismo se instala en el equipo, pero siempre está la esperanza y más tratándose de Nadal. «Los primeros entrenamientos apenas duran 20 minutos y de una forma muy suave en octubre y noviembre. Un día tiene molestias, otro le duele bastante, al siguiente está mejor, pero luego vuelven los dolores. Teníamos una hoja de ruta, pero no la podíamos seguir», explicaba ayer Carlos Moyà desde Melbourne.

En diciembre, y con la temporada ya a la vuelta de la esquina, se toma la decisión de incrementar el ritmo de entrenamientos. Parece que el pie responde y Nadal viaja a Abu Dabi para jugar un torneo de exhibición. Los partidos contra Murray y Shapovalov se saldan con derrotas. «No nos preocupó no tener buenas sensaciones de juego por el parón. Era normal. Lo principal era ver cómo respondía el pie», señala Moyà. Las siguientes jornadas de entrenamiento en la Rafa Nadal Academy iban a ser claves, pero la Covid se interpone en los planes. Estos diez días suponen un mazazo , pero se toma la decisión de viajar a Australia. Sólo el último día antes del viaje entrenan en la academia. La incógnita es total.

Viaje

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Nadal y su equipo creen que lo mejor será instalar su cuartel general en Melbourne y no moverse del estado de Victoria. En esas fechas había otros torneos en Australia pero como las normas en cada estado son diferentes, Nadal no se quiere arriesgar, aunque acabe de pasar el virus. El hotel es el Crown Towers, descubierto por Moyà después de su famosa final del 97 ante Sampras. «Hace ya años que se lo enseñé a Rafa y le gustó mucho». El establecimiento cuenta con varios restaurantes, multitud de tiendas de lujo y dos casinos, pero ni eso ni nada les distrae de su objetivo. «Rafa se empieza a sentir cada vez mejor en los entrenamientos y el torneo de Melbourne (un ATP 250 que Nadal gana) ayuda a coger sobre todo moral», dice Carlos Moyà.

Uno de los aspectos que más ha sorprendido ha sido cómo Nadal, sin una gran preparación previa, ha conseguido rendir a un nivel sublime. Eso se vio en 2020 donde apabulló en la final de Roland Garros disputada en octubre y con una temporada de tierra casi inexistente por la pandemia. «Puede parecer así, pero eso de que Rafa necesita muchos partidos para alcanzar su mejor nivel es una leyenda urbana. El Rafa que jugó la final el domingo ganaría muy fácil al de primera ronda. Es un animal competitivo que se adapta rápidamente jugando poco. Tiene una capacidad increíble de exprimir sus cualidades y luego está lo innato», señala el campeón de Roland Garros en 1998.

Plan

Comienza el Australian Open y en el equipo se instala más que nunca el ‘cholismo’. «Rafa siempre ha sido de ir partido a partido, pero sin perder de vista el horizonte», dice Moyà. El entrenador principal de Nadal empieza a pensar que tras vencer a Khachanov, con un juego más que convincente, se puede hacer algo grande. «Ya estamos a un paso de los cuartos de final y una vez allí, Rafa se vuelve muy peligroso. Sería iluso pensar que se podía ganar un Grand Slam sin sufrir después de tantos problemas», señala.

El torneo avanza hasta la final histórica en todos los sentidos que ha encumbrado a Nadal como el tenista masculino con más grandes de toda la historia. Del postpartido, destaca que Nadal se ejercitara en una bicicleta estática tras la final. Momentos antes, había caído rendido sobre una colchoneta del gimnasio. «Estuvimos analizando un poco la final y gastando alguna broma», explica Moyà, quen avisa: «El pie de Rafa está mucho mejor que antes de empezar el torneo».

La siguiente cita del manacorí será el torneo de Acapulco, que se disputa entre el 21 y el 26 de febrero. Después llegarían los Masters 1000 de Indian Wells y Miami, pero no sería extraño que faltara a uno de ellos o incluso los dos. A nadie se le escapa que el gran objetivo en el horizonte es el próximo Grand Slam, Roland Garros, que se celebrará entre el 22 de mayo y el 5 de junio. Hace un mes conseguir el Grand Slam número 21 parecía un imposible. Hoy, el 22 se ve más cerca. El discurso será de prudencia, pero la ilusión está más intacta que nunca.