Rafael Nadal durante su estreno en Roland Garros. | GONZALO FUENTES

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Rafael Nadal ha subido el primer peldaño hacia la reconquista de Roland Garros, que este año cobra especial relevancia ante la posibilidad de superar el récord de títulos de Grand Slam. En París puede darle otro mordisco a la historia, pero aún falta un largo camino por recorrer hasta la Copa de los Mosqueteros y el defensor de la corona ha arrancado con un contundente triunfo ante Alexei Popyrin.

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Sobre el papel el cruce de primera ronda depara un duelo propicio para entrar en calor, pero la tensión del debut le da siempre unas connotaciones especiales al estreno. Que le pregunten a Dominic Thiem o a Rublev, que han hecho las maletas a las primeras de cambio cuando estaban llamados a cotas mayores. El propio Nadal, que puede presumir de un balance de 101 victorias y sólo dos derrotas sobre la arcilla gala, siempre le ha guardado mucho respeto al primer encuentro y este martes ha ofrecido una gran respuesta para dejar constancia de que llega con la maquinaria bien engrasada e incluso economizar esfuerzos.

Aunque se enredó en el último parcial y tuvo que salvar dos puntos de set en contra ante Popyrin, la puesta en escena del balear ha resultado más que convincente para el primer día en la oficina y es, sin duda, un buen punto de partida para la trayectoria al alza que habitualmente traza en los grandes. Su siguiente obstáculo, este jueves, será Richard Gasquet, con el que rivalizaba como una de las grandes promesas del tenis mundial cuando eran adolescentes. El galo era incluso capaz de arrebatarle el protagonismo en las categorías inferiores, pero la historia ofrece una neta superioridad de Nadal en su etapa como profesionales. El balance de 16-0 favorable al balear en sus enfrentamientos evidencia el dominio que ha ejercido sobre el jugador que le aguarda en el segundo peldaño hacia la reconquista.