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Definitivamente, ha sido la Copa de Nadal. El influjo del mallorquín en la conquista española de la sexta Davis ha sido atómico. Crucial durante toda la competición -que ha estrenado formato en Madrid-, el mallorquín corroboró su idilio con la Ensaladera sumando el punto decisivo en la eliminatoria final -ante el canadiense Denis Shapovalov- y puso fin a una sequía de ocho años.

Sin duda, el mito de Rafael Nadal se agrandó en la Caja Mágica. De los seis títulos que tiene España en propiedad, el tenista balear ha tomado parte activa en cinco (2004, 2008, 2009, 2011 y 2019). En el Sant Jordi (2000) se limitó a sujetar la bandera (apenas tenía 14 años), pero en todo lo que se ha escrito después la figura de Nadal representa la inmensidad.

Desde que arrancó el torneo en Madrid, el zurdo de Manacor se ha mostrado implacable. Excelso. Ha liquidado adversarios a diario y su respuesta ante la acumulación de partidos ha sido titánica. A excepción de la primera jornada (Rusia) y en la final de anoche, Rafael Nadal se ha ido batiendo en dobles sesiones siempre con el mismo balance: la victoria.

Llegado el momento de la verdad y ante Canadá, Roberto Batista Agut, se sumó de forma emotiva a la gran causa de Nadal y derrotó a Felix Auger-Aliassime 7-6 (3) y 6-2. España cobró ventaja y Nadal cumplió con su parte del trato.