Omar Mascarell, Samú Costa y Martin Valjent, durante el último partido del Mallorca en Son Moix contra el Getafe. | Miquel Àngel Borràs

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El Real Mallorca vuelve al ruedo para luchar contra la lógica. Sujeto con alfileres en la clasificación, con la moral erosionada por los malos resultados y castigado por los efectos del virus FIFA, el equipo de Javier Aguirre irrumpe esta noche en un recinto amurallado por enfrentarse a un Atlético de Madrid que en casa circula a toda velocidad propulsado por la pareja atacante más destructiva de las grandes ligas (Cívitas Metropolitano, Movistar LaLiga, 21.00 horas).

Para el Mallorca, metido en el garaje desde el pasado día 4, en Madrid empieza un final de año infernal. Además de la carga de partidos —tres en ocho días y siete entre Liga y Copa de aquí hasta que acabe el año—, se suma la necesidad de reactivar cuanto antes unos números que llevan mucho tiempo prácticamente congelados y la obligación de hacerlo con la armadura agujereada.

El cuadro bermellón llega al primer partido del carrusel con las dudas cubriéndole casi por completo. El culpable de que la agenda se haya comprimido, Vedat Muriqi, verá toda la serie desde la barrera por la lesión que se produjo hace dos semanas con su selección y el que está llamado a ser su recambio natural, Cyle Larin, llega tras un largo viaje desde el otro lado del Atlántico y apenas ha tenido tiempo para preparar el choque junto al resto del grupo. Algo parecido le ha ocurrido a Pablo Maffeo, que ni siquiera ha podido debutar con Argentina. Y por si fuera poco, hay jugadores que están entre algodones, como Antonio Raíllo, y otros que acaban de dejar atrás problemas físicos, como Antonio Sánchez o Martin Valjent. Un cóctel explosivo para Javier Aguirre, que en cualquier caso asegura que no va a especular con lo que tiene por delante, que son dos partidos vitales en pocos días frente a Cádiz y Alavés.

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Por encima de todos esos condicionantes está el hecho de que el Mallorca se encuentra cada vez más hundido en el callejón que conduce a los puestos de descenso porque solo ha ganado un partido y de eso han pasado ya siete jornadas y más de dos meses.

Aguirre y los suyos tocan a las puertas de un Metropolitano que si bien al Mallorca no se le da del todo mal, ahora es toda una fortaleza en la que el Atlético de Madrid encadena 17 triunfos y solo ha perdido cuatro de sus últimos 34 compromisos de Liga. Los del Cholo Simeone actúan avalados por la fluidez en ataque del dúo Morata-Griezmann. Entre los dos han facturado 24 tantos en lo que va de campaña, doce cada uno. Un chute de energía que ha llevado a los colchoneros a ser cuartos a seis puntos del liderato del Girona con un partido menos y a encarrilar el acceso a la siguiente estación de la Liga de Campeones a falta de dos jornadas para sellar la fase de grupos. El francés, a su vez, ha goleado en once ocasiones en diez choques ante su público.

El Atlético, que también cuenta con jugadores con muchos kilómetros encima por culpa de las selecciones, lo hace en cambio sin apenas lesionados. Su única baja es la de Thomas Lemar, por la rotura del tendón de Aquiles sufrida el pasado 19 de septiembre. Su entrenador ya dispone de Memphis Depay, baja los últimos diez encuentros, y aguarda la inminente reaparición de Reinildo Mandava tras superar la rotura del ligamento cruzado anterior que le sacó del camino hace nueve meses.

Los colchoneros, que ni quieren ni pueden relajarse, planean algún que otro cambio. Ángel Correa volverá en principio a la titularidad. También se perfila el regreso de Pablo Barrios, con Marcos Llorente en el carril derecho y Samuel Lino en el izquierdo o de César Azpilicueta en el centro de la defensa. Eso supondrá el descanso de inicio de tipos como Nahuel Molina, Rodrigo de Paul o José María Giménez. Igualmente apuntan al banquillo Saúl Ñíguez y Stefan Savic, aunque en su caso será por decisión técnica.