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Mallorca y Getafe no traicionaron sus ideales. Los dos equipos más rocosos y que más empatan de la Liga (6) cumplieron con todos los pronósticos para firmar un partido tedioso para el aficionado. Seguramente Javier Aguirre y José Bordalás se fueron a la cama eufóricos porque sus futbolistas se ajustaron al guión y cumplieron con el primer precepto obligado en los mandamientos de ambos: no encajar. Nadie se liberó del corsé establecido y el resultado fue un encuentro jugado al patadón y sin nada que ofrecer al espectador. Apenas una media vuelta de Abdón y un chut de Larin. El resto, balones divididos y juego insulso.

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Los números del Mallorca en este arranque de campeonato (un triunfo en once jornadas y 9 puntos sobre 33 posibles) son preocupantes. Son números de descenso, aunque el equipo ha mejorado el aspecto desde aquella sonrojante humillación en Montilivi. Pero arriba, donde se deciden los encuentros, falta alguien que aporte un pase al espacio o que invente algo. Que no sea todo tan previsible.

Añora el talento de Galarreta y la verticalidad de Kang In Lee. Y la obligación de Javier Aguirre pasa por encontrar la fórmula que pueda desatascar esta situación. El Mallorca también echa de menos la efectividad del curso anterior, cuando quizás generaba menos ocasiones, pero acertaba más. Las sensaciones no son malas, pero los puntos ya no vuelven y este equipo está dejando escapar muchas oportunidades...