Un Real Mallorca sin alma entrega el partido en Girona

Aguirre no sabe cómo agitar al equipo y su sistema ultradefensivo y ramplón lo aprovechó un Girona valiente, con una mentalidad abierta y un fútbol mucho más adaptado a los tiempos modernos. El equipo rojillo se avanzó en el marcador, pero fue un espejismo. Era muy pronto cuando Muriqi adelantó a su equipo de penalti. El Girona ahí puso en marcha su maquinaria y arrinconó a los baleares. Al final le cayeron cinco goles, pero pudieron ser más. En la recta final Abdón Prats aprovechó la bajada de tensión del equipo local para anotar dos tantos más y situar el definitivo cinco a tres. Rubí estaba en la grada viendo el partido. ¿Una señal para Ortells? Este Mallorca no sorprende a nadie y es incapaz de variar de plan con rapidez cuando las cosas van mal. En Girona ocurrió y solo al final se apuntó al encuentro, cuando estaba todo perdido y el partido moría en la orilla.

El conjunto balear empezó la primera parte cambiando el guion previsto y avanzándose en el marcador. Cuando empujas y provocas situaciones en el interior del área puede suceder cosas y ocurrieron. Sergi, que sacó prácticamente dos saques de esquina consecutivos, provocó la mano de Tsygankov y González Fuertes señaló penalti. Muriqi lanzó y marcó. Era el minuto tres de partido. Ahí está la gran diferencia entre lo que sucedió en Vigo y lo ocurrido en Montilivi. En Balaídos no hubo tiempo casi para la reacción del rival, pero el Girona tenía todo el partido por delante.

Tras el tanto del Kosovar el Mallorca empezó a defender como si fuera el minuto noventa y el Girona atacó como si estuviera ya en el descuento final. Inclinó el campo a su favor y el Mallorca pasó de jugar a un claro 1-9-1, con casi todo el equipo metido en el área y sin ningún tipo de ambición para ir a por el segundo. Grave error ante un equipo como el de Míchel cuya mentalidad es la de ir a por el balón, disfrutar de la posesión y tocar hasta llegar a generar ocasiones de gol una tras otra.

Y so es lo que sucedió. El Mallorca dejó de jugar en campo contrario y todas las noticias se producían en la zona de peligro de Rajkovic. Tras varios avisos en los que el portero serbio salvó hasta dos goles, David López rompió el fuerte mallorquinista y anotó el empate aprovechando la falta de contundencia de la defensa rojilla. Era el minuto 25.

Con empate a uno el Mallorca se borró y el Girona siguió provocando cosas en el área balear. Samu cometió penalti, bien por mano o bien por plancha, pudo elegir ahí el VAR y también el árbitro y Dovbyk anotó el dos a uno sellando la remontada. El Mallorca era un juguete en manos del rival. Sin capacidad de generar fútbol ni oportunidades lo único que hacía era correr detrás del balón y de los contrarios.

El tercero llegó a los 36 minutos obra de Iván Martín tras aprovechar una preciosa jugada de Sávio por la izquierda. El brasileño ganó línea de fondo y su pase de la muerte fue inapelable. Y quedaba un mundo para el descanso. Tanto que hubo tiempo para un cuarto más, el de Herrera que de tiro cruzado hizo pasar la pelota entre la muralla de piernas de jugadores del Mallorca para anotar el cuarto. La humillación era ya absoluta.

Pero todo en el fútbol puede empeorar y empeoró. Tras un destello de querer ser protagonista del juego por parte del Mallorca, el fuego se apagó rápido y el Girona siguió creciendo en el partido para bailar de nuevo ante los baleares y anotar el quinto, obra de Sávio. Y era el minuto 51. Faltaba un mundo por delante. Un suplicio. El Girona levantó el pie del acelerador y Abdón, al que Aguirre dio minutos en la recta final del partido, maquilló el marcador y anotó el segundo del equipo balear e incluso tuvo tiempo para un tercero. El de Artà fue capaz de sostener a su equipo, de meter esa chispa necesaria. De volver a reinvindicarse ante un Aguirre ciego que no ve más allá de la muralla de cada fin de semana. Ahora toca mover ficha al club. Apostar por la continuida del mexicano o tratar de agitar al equipo con un relevo en el banquillo. La otra opción es hablar con el técnico para que dé un giro radical a su hoja de estilo, algo que no parece probable. Y a todo esto el martes el Barcelona. Casi nada.