Rajkovic, portero del Mallorca, felicita a Maffeo en presencia de Jaume Costa tras evitar un gol en Balaídos. | Carlos Gil-Roig

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Cinco jornadas después, el Mallorca comienza a reconocerse frente al espejo. El paso por Balaídos ha ayudado al equipo de Javier Aguirre a tonificarse tras un inicio de curso defectuoso. De golpe y con una fórmula tan sencilla como efectiva, se ha aplicado esa inyección de confianza que tanto necesitaba, sobre todo en las áreas. Ha abierto el cajón de las victorias, ha reconciliado a su mejor delantero con el gol y ha apretado las tuercas de una defensa que lucha contra el efecto de las bajas. Un paso adelante en un camino que a partir de este fin de semana se enfrenta a una pendiente ya muy pronunciada.

En las últimas dos jornadas el Mallorca le ha vuelto a sacar brillo a la armadura que mejor le define. Desde el gol de penalti que le endosó Myrto Uzuni en Granada, el portón que defiende Rajkovic no ha vuelto a abrirse porque ni el Athletic ni el Celta llegaron a descifrar la contraseña de acceso. En total, 200 minutos en blanco que han ayudado a compensar los números de las tres primeras jornadas y a recolocar al equipo en la lista de los que menos tantos encajan, donde ahora mismo solo tiene a otros siete por delante.

El pegamento de Aguirre se ha empezado a secar a medida que ha ido cayendo el peso de los cambios, la mayoría forzados. Porque de la defensa tipo de la temporada pasada solo resisten Maffeo y Valjent. El técnico ha cambiado de cromos en la orilla izquierda (Toni Lato por Jaume Costa) y ha taponado como ha podido las ausencias por lesión que se acumulan en el carril central. La herida más prolongada y significativa, la de Antonio Raíllo, debería empezar a cicatrizar tras la entrada de Nastasic y la de Copete, puntual y motivada por un problema muscular, parece cubierta por Van der Heyden. El sevillano, que ya se ha caído de los dos últimos partidos, podría perderse también el de este sábado en Montilivi. Igual que Omar Mascarell que se recupera de una fascitis plantar que arrastra desde hace semanas.

A diferencia del viaje a Vigo, en el que visitaba a un Celta que todavía no ha celebrado un solo gol en su estadio, al Mallorca se le presenta un turno diabólico. En apenas cuatro días se enfrentará a Girona (sábado, 14.00 horas) y Barcelona (martes, 21.20 horas), que además de ser tercero y segundo en la clasificación son los dos equipos que más pólvora queman. Los de Míchel vienen de golear al Granada, han anotado en todas sus funciones y suman once tantos. Mientras que los de Xavi, pese al atasco del estreno en Getafe, aplastaron al Betis y acumulan trece dianas en su tarjeta. El Mallorca progresa adecuadamente, pero la carretera se empina.