Antonio Raíllo, defensa del Mallorca, intercepta un centro del sevillista Lamela en un lance del partido de la primera vuelta. | Miquel Àngel Borràs

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Con una enorme sonrisa dibujada en la cara y sin apenas peso a la espalda, el Real Mallorca irrumpe en Nervión en busca de otra pepita de oro. Los de Javier Aguirre, que hace solo ocho meses hacían la misma travesía con la mochila llena de piedras y serias dificultades para respirar, se adentrarán esta tarde en el campo del Sevilla con la meta a la vista y una agradable sensación de bienestar metida en el cuerpo. La ruidosa victoria contra el Madrid y la musculatura de la que presume en Son Moix le han permitido inclinar el camino hacia la permanencia y destapar la segunda vuelta del curso liberado de grandes cargas. En esa dirección, la única línea que le queda por tachar en la lista de asuntos pendientes tiene que ver con su comportamiento como forastero. Desde que acabó el Mundial, no ha marcado un solo gol como visitante y ha vuelto de todos sus viajes con la maleta vacía. Un asunto que intentará solucionar frente a un rival metido en líos que, curiosamente, solo funciona en casa (Estadio Ramón Sánchez Pizjuán, Movistar LaLiga, 18.30 horas).

El Mallorca, que ya tiene 28 puntos en la hucha, está mucho más alejado del fuego que su anfitrión de este sábado, al que no se le puede escapar mucho más después de acumular ya varios meses atrapado en las arenas movedizas de la clasificación. Los baleares, pese a esos problemas que padecen últimamente como forasteros, han reforzado su propuesta haciendo de Son Moix su fortaleza y de la eficacia su bandera.

Apoyados en un firme discurso defensivo —solo Barcelona, Madrid, Atlético y Villarreal han encajado menos goles— y en una puntería letal —solo Valladolid, Cádiz y Elche habían marcado menos al inicio de la jornada—, los bermellones han encontrado acomodo en la mitad superior de la clasificación y pueden plantarse en el campo del Sevilla con la mente limpia y los músculos relajados. Nada que ver con el partido del curso pasado, que llegaba solo unos días después de aquel 2-6 contra el Granada que cayó como una bomba en la caseta. Ese día, sin embargo, el Mallorca acabó rascando un punto gracias a una milagrosa parada de Manolo Reina en los segundos finales y puso la primera piedra de la pequeña hazaña que suponía en aquel momento sellar la permanencia en Primera.

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La única mala noticia de la semana para el Mallorca es la baja de Jaume Costa, sancionado después de completar un ciclo de amonestaciones. Una ausencia que, según anunció este viernes el propio Aguirre, cubrirá el sueco Ludwig Augustinsson, que debutará precisamente ante el equipo propietario de sus derechos. La del lateral valenciano será la única ausencia pese a que durante la semana ha habido futbolistas, como Valjent, Raíllo o Baba, que han tenido que trabajar a un ritmo inferior en alguna sesión por diferentes problemas. El cambio obligado en el carril izquierdo puede que no sea el único que se produce en defensa. Aguirre recupera a dos piezas básicas en la línea de contención, Copete y Valjent, aunque las buenas actuaciones de Nastasic y Gio contra el Real Madrid podrían tener recompensa.


El Sevilla de Jorge Sampaoli, por su parte, también ha hecho de su estadio su mejor caladero. Entre sus muros han ganado los tres partidos que ha jugado en este 2023 —Getafe, Cádiz y Elche— y, por su bien, quieren cerrarle para siempre sus puertas a quienes lo visitan. Entre otras cosas, porque la última vez que ganó fuera del Pizjuán fue cuando pasó por Son Moix —0-1, gol de Gudelj— a mediados de octubre.

Sampaoli ha convocado para la ocasión a una veintena de futbolistas en la que destaca el regreso de Jesús Navas, recuperado ya de sus molestias. El técnico argentino, en cambio, sigue sin poder contar con el brasileño Alex Telles y pierde también a Karim Rekik, que sufre una tendinosis en el tendón de Aquiles derecho.