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Es un ‘zorro viejo’. Un tipo que acumula más de 400 partidos de Primera División metido ahí abajo, en el foso de las penurias y las alegrías. Se las sabe todas. A veces no acierta con la tecla y en otras ocasiones, como este sábado, agita el árbol y los frutos caen de maduro. A la hora de partido, el Mallorca se asomaba al abismo. Caía en Mestalla (gol de penalti de Cavani) y moría por inanición. Sin dar señales de vida. De repente, el mexicano corrigió un par de piezas, tiró a la basura la línea de 5 y tumbó el campo. Metió en el césped a Baba, Dani Rodríguez y Amath y la oscuridad se transformó en luz. El ghanés barría todo lo que pasaba por su lado, el gallego mezclaba pelea con clarividencia y el delantero kosovar -tremenda su ascendencia en este grupo- enseñaba el camino del triunfo con otro gol desde el punto de penalti.

El empate de Vedat Muriqi provocó lo que unos minutos antes parecía imposible: la victoria. Subido a la espalda de los recambios y con Kang In Lee reclamando también su sitio, Javier Aguirre se comió a Gattuso. La estocada fue de Kang In. Recibió de Dani Rodríguez, quebró, volvió a quebrar, amagó y sacó a paseo su zurda para apuñalar a su Valencia. El Mallorca, que posiblemente había firmado la primera hora más pobre del campeonato, incendiaba Mestalla. El grupo balear necesita dar un golpe encima de la mesa. Y ganar. Esta vez Javier Aguirre sí que pudo deleitar ese whisky antes de irse a dormir...