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No hay forma. Las reuniones de los árbitros con el colectivo de entrenadores y jugadores no sirven para nada. En esas charlas, los colegiados dejaron claro que iban a ser más rigurosos a la hora de señalar penaltis y solo ayer, en apenas tres partidos, se señalaron media docena de penas máximas. El criterio arbitral sigue siendo una asignatura de ciencia ficción. Basta repasar las dos acciones polémicas en Son Moix para darse cuenta de la disparidad.

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En la primera acción Battaglia mete la mano (su cara de arrepentimiento inmediata le delata) dentro del área y el colegiado González Fuertes (quizás el peor de la categoría) se pasa un par de minutos en el monitor del VAR para decretar penalti. En la segunda acción, de nuevo con Battaglia -hizo un partido lamentable- en primer plano, el asturiano señala el punto de cal en una pugna entre el argentino y Fekir que está repleta de dudas. Primero porque parece que la falta (si es que existe) puede ser fuera. Y segundo porque el VAR lo deja a su interpretación y ni siquiera le avisa...

Así fue la película del estreno del Mallorca en el remozado Son Moix. Entre Battaglia y el colegiado condenaron a un equipo que fue de menos a más, que salió encogido y agazapado, pero que estiró líneas tras el empate de Muriqi tras un servicio perfecto de Kang (partidazo del coreano) y que sufrió un castigo excesivo...