Resumen del Mallorca-Granada. | LPF

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Ahora que las cortinas de la Liga están a punto de caer del todo, el Mallorca refleja su aspecto más lamentable. De la temporada y de los últimos años, seguramente, porque por mucho que busquemos será complicado encontrar una función tan pobre en un partido tan importante como la que representó el equipo en la final por la permanencia. Abrasado de principio a fin por un Granada que en los dos careos de este curso le ha endosado diez tantos, el equipo de Javier Aguirre se ha metido en un lío de los gordos. Tanto, que después de noventa minutos humillantes frente a un estadio en llamas ha pasado de tener la situación bajo control a comprometer seriamente su porvenir en Primera. El cuadro balear tiene ahora tres partidos por delante para evitar otro final dramático, pero este golpe es de los que lo cambian todo. De los que escuecen y dejan marca (2-6).

El partido era una final desde mucho antes de que el reloj echara a correr. Son Moix había vuelto a los tiempos prepandémicos con una cita que recordaba mucho a la del día del ascenso contra el Deportivo y esas sensaciones se proyectaban enseguida sobre el terreno de juego con un inicio de encuentro brusco, con tantos errores como turbulencias. El Mallorca iba a disparar primero, pero Take Kubo se quedaba sin argumentos ante Maximiano y lo único que conseguía era despertar al Granada, que aprovechó la réplica para dinamitar por primera vez la batalla. Allanaba el terreno Collado aprovechando un error en la salida del balón y solo un minuto después era Luis Suárez el que abría la caja de los truenos dejando al Mallorca sin sentido.

El gol fue como una puñalada para los de Aguirre y para el público, que necesitó unos minutos para reaccionar, para saber dónde pisaba y para ponerse a empujar de nuevo. Al Mallorca le costó algo más volver al cuadrilátero, ajustarse los guantes y levantar la guardia. Agobiado y con prisas pese a tener todo el partido por delante, el conjunto balear se fue enredando en sus propios miedos y sus dudas con ataques inconexos y muy poco dañinos. No recuperó el habla y la brújula hasta que Salva Sevilla decidió sacar la escuadra y el cartabón para igualar el partido con un golazo desde la frontal. Poco a poco, parecía que el cuadro balear iba liberándose de las cadenas y cruzaba la barrera del descanso con más color y mejor cara.

A la vuelta del intermedio todo iba a saltar por los aires de manera asombrosa. El Mallorca se olvidaba el alma en el vestuario y volvía al tapete desconectado, ausente, como si la película no fuera con él. Y mientras se quitaba el pijama, el Granada le soltaba dos bofetones de los que sería incapaz de rehabilitarse en lo que quedaba de tarde. El primero, a los pocos segundos de las reanudación, se lo arreaba Escudero para redondear una estupenda acción colectiva del cuadro nazarí. El segundo, diez minutos después, salía de las botas de Antonio Puertas y no solo era igual o más bonito que el anterior, sino que parecía absolutamente definitivo.

No lo fue porque en un arranque de orgullo el Mallorca evitaba que el partido se apagara. Raíllo, con un testarazo picado a pase de Maffeo, volvía a ver puerta como había hecho seis días antes el Camp Nou y ponía las gradas otra vez boca abajo. Había fe y tiempo para todo. La cuerda de la permanencia seguía estando ahí.

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Estaba el Mallorca adaptándose al escenario de la remontada cuando Jorge Molina le cerraba de golpe la puerta en las narices. El veterano ariete del Granada, que en la primera vuelta ya firmó un hat-trick a costa de los bermellones, terminaba de cargarse la línea argumental del partido con un tiro aparentemente blandito desde el balcón del área que Sergio Rico ni acertaba a tocar. Ahí terminó de cavar su agujero el guardameta, al que el público ya no iba a pasarle ni una. De hecho, cada vez que tocaba el balón recibía una fea bronca. Tampoco iba a ser el último gol que encajara. Faltaba el de Uzuni y la puntilla, como no, de Jorge Molina. Dos tantos que vaciaban antes de tiempo las gradas del estadio y que transformaban los instantes finales en un infierno que nada tenía que ver con el que se había montado horas antes en el Camí dels Reis. Una derrota vergonzosa que deja al Mallorca colgando de un hilo a falta de 270 minutos para que acabe la Liga.

Ficha técnica:

2 - Real Mallorca: Sergio Rico; Maffeo, Valjent, Raíllo, Jaume Costa (Oliván, min.85); Baba, Salva Sevilla (Antonio Sánchez, min.68), Take Kubo (Llabrés, min.85), Dani Rodríguez (Ángel, min.68); Abdón (Kang In Lee, min.52) y Muriqi.

6 - Granada: Maximiano; Quini, Domingos Duarte, Víctor Díaz; Escudero (Arias, min.77); Milla, Petrovic; Antonio Puertas (Germán, min.76), Collado (Gonalons, min.62), Machís (Uzuni, min.62) y Luis Suárez (Jorge Molina, min.51).

Goles: 0-1, Luis Suárez, min.6; 1-1, Salva Sevilla, min.27; 1-2, Escudero, min.46; 1-3, Antonio Puertas, min.55; 2-3, Raíllo, min.57; 2-4, Jorge Molina, min.68; 2-5, Uzuni, min.78; 2-6, Jorge Molina, min.90

Árbitro: De Burgos Bengoetxea (Comité vasco). Amonestó a Raíllo, Maffeo y Valjent por parte del Mallorca y a Domingos Duarte por parte del Granada.

Incidencias: 18.466 espectadores en Son Moix. La mejor entrada de la temporada para presenciar el partido correspondiente a la 35ª jornada del campeonato en la Liga Santander.