Su último triunfo en el torneo, contra el Espanyol, había abierto la puerta de la esperanza tras mostrar la mejor cara del equipo. | Archivo

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Luis García Plaza vive sus horas más duras desde que ocupa el banquillo del Mallorca. El entrenador madrileño ha visto como su equipo se iba desprendiendo de todas esas capas de abrigo que le cubrían desde principio de temporada para acabar atravesando el invierno a pecho descubierto. Después de sumar un único triunfo en las últimas trece jornadas, el conjunto balear ha llegado hasta el recibidor de los puestos de descenso después de que equipos como el Elche, el Granada o el Getafe, que hasta hace poco vivían bajo sus pies, le hayan adelantado por la derecha aprovechando las curvas del calendario. Una situación que podría agravarse dentro de dos fines de semana si el cuadro bermellón, que todavía tiene un partido pendiente, cae frente al Cádiz en Son Moix y se precipita hacia la zona roja de la clasificación. Será la primera gran final por la permanencia para un técnico que desde su llegada a Palma siempre había sostenido al Mallorca mucho más cerca del cielo que del fuego del infierno.

Malos resultados

Con más de media Liga consumida, Luis García Plaza es el único entrenador de la zona baja que permanece en el banquillo. En lo que llevamos de temporada hasta seis clubes de Primera División han optado por la bala del cambio de entrenador y a excepción del Barcelona, que cambió a Ronald Koeman por Xavi Hernández y anda instalado en la mitad superior, el resto de los que han elegido esa vía envuelven al Mallorca en la clasificación. Por encima, el Elche cambió a Escribá por Francisco con Mantecón como puente y el Getafe dio por zanjado el ciclo de Míchel para entregarle las riendas del equipo a Quique Sánchez Flores. Y por abajo, el Cádiz destituyó a uno de los mejores entrenadores de su historia, Álvaro Cervera, para buscar una reacción por medio de Sergio González, mientras que el Alavés cambiaba la pizarra de Javi Calleja por la de José Luis Mendilibar. Otro caso aparte es el del Levante, que en poco más de veinte jornadas ha bailado al compás de Paco López, Javi Pereira y Alessio Lisci. El conjunto granota es, además, el único del grupo en el que no se ha notado en nada el relevo en la dirección técnica. Solo suma 11 puntos y solo ha ganado un partido, precisamente, al Mallorca.

El único refugio seguro de la temporada para LGP es la Copa del Rey, donde el Mallorca cuenta todos sus partidos por victorias y donde ha conseguido avanzar hasta los cuartos de final, una ronda que el club no pisaba desde hace diez años. Su último triunfo en el torneo, contra el Espanyol, había abierto la puerta de la esperanza tras mostrar la mejor cara del equipo, pero esa aparente rehabilitación no tuvo continuidad en ningún sentido y se desvaneció en cuando empezó a moverse el balón. «Necesitamos más poso y experiencia», destacaba después el técnico en la sala de prensa del estadio del Villarreal, en la que el cuadro bermellón conectó su cuarta victoria consecutiva, sin duda la serie más negra de los últimos años y el fiel reflejo de lo que le ocurre partido a partido dentro de las dos áreas, la propia y la ajena. En la suya, además de buscar un inquilino de garantías para la portería —se supone que el titular a partir de ahora será el primer y único refuerzo invernal hasta el momento, Sergio Rico— es incapaz de echar el pestillo para cerrarle el grupo a su rivales. Y en la de enfrente se ha quedado sin gol pese a que tres de los cuatro delanteros que tiene en nómina llegaron para reforzar a la plantilla en verano. Ahora mismo encadena tres partidos sin marcar y ha marcado 17 goles en 21 partidos. Solo en otras dos temporadas llevaba menos tantos a estas alturas. Ahora, con una semana en blanco por delante y el mercado abierto, le toca hablar a Pablo Ortells.