Imagen del partido. | Carlos Gil-Roig

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El técnico Luis García Plaza debe reunirse con sus jugadores, mirarles a los ojos y detectar las causas (al menos algunas de ellas) de este bajón de rendimiento, juego, actitud, ganas... por el que está atravesando este Real Mallorca. La debacle del Estadio de Vallecas debe servir para reflexionar y resetear un proyecto que había amanecido despejado y que comienza a llenarse de nubarrones. La dinámica es preocupante: seis jornadas sin ganar, un triunfo en los once últimos partidos de liga...

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Que el Rayo gane en casa con los números que le avalan (es el mejor local de la categoría) entra dentro de los cálculos. Pero que te supere en todos los registros -actitud, ganas, balones divididos, fe, velocidad, seguridad, desborde...- de una forma tan plácida desde la primera a la última pulgada indica que el problema es más grave y que debe cortarse por lo sano. Luis García Plaza, al menos, reconoció que había sido el peor partido en año y medio, desde su llegada.

La dinámica y los números invitan a pensar en una reflexión más allá de la derrota. Este equipo necesita un sustituto de Iddrisu Baba, que se perderá todo el mes de enero por la Copa de África, un portero de garantías y un killer arriba si no quiere acercarse al acantilado. Al margen de nombres y posiciones, no puede bajar los brazos ni entregar las armas como anoche en Vallecas. El equipo debe volver a ser solidario, trabajador e incisivo. La cita del sábado, ante el Getafe, ya está marcada en rojo...