Pablo Ortells, director de Fútbol del Mallorca. | Carlos Gil-Roig

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Como cada verano, el Mallorca necesita perder peso. Con 27 futbolistas en nómina a partir del 1 de julio, el club balear tiene que desalojar a parte del vestuario para hacerle sitio a los refuerzos y adecuar la plantilla a las exigencias de su nuevo ecosistema: la Primera División. Todo un reto para el director de Fútbol, Pablo Ortells, que está obligado a darle fluidez a la operación salida durante las próximas semanas.

Veinte días después de celebrar el ascenso el Mallorca no ha sufrido grandes cambios y casi todo el trabajo se concentra en la sombra. Pese a la retahíla de nombres asociados al club, todavía no se ha hecho pública ninguna incorporación, aunque en las últimas horas sí que le ha ido dando salida a temas prioritarios, como la venta de Ante Budimir a Osasuna o la renovación de Antonio Sánchez, el último miembro del plantel que faltaba por colocar en el rompecabezas de la dirección deportiva.

Los únicos movimientos registrados hasta la fecha son las bajas de Miquel Parera y Álex López, que se harán efectivas el 30 de junio —la fecha en la que caducan sus contratos— y el regreso de los cedidos a sus clubes de origen: Amath (Getafe), Álvaro Giménez (Cádiz), Koke Vegas (Levante), Marc Cardona (Osasuna) y Murilo (Braga). La única excepción en ese sentido es de la Víctor Mollejo (At.Madrid), que continuará otra temporada en Palma.

Al resto de jugadores que firmaron el ascenso y que tienen contrato se les unirán los que estaban a préstamo: Señé, Stoichkov, Valcarce, Zlatanovic, Alegría y Víctor de Baunbag, además de Enzo Lombardo, que la temporada pasada no fue inscrito tras superar una grave lesión.