Amath Ndiaye celebra el gol que le dio la victoria al Real Mallorca. | M.A.BORRÀS

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El gol lo es todo. O casi todo. La afirmación debe corroer al Girona, que en sus dos cara a cara con el Mallorca ha ofrecido un comportamiento notable pero siempre ha acabado tumbado sobre la lona. Apenas se han percibido factores de desequilibro entre ambos equipos, pero en el reparto de dividendos la diferencia el salvaje. Se inclinó esta vez todo de forma abrupta con una exhibición de potencia de Dani Rodríguez, que después de avanzar muchos metros con el balón en los pies y sortear todo tipo de obstáculos entregó medio gol a Amath. Sucedió en el descuento y la escuadra balear venía de pasarlo bastante mal. Reina había reclamado la atención de los focos en un par de ocasiones y es probable que el propio García Plaza hubiera aceptado las tablas.

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No estaba siendo un buen día para el Mallorca, que se fue deshinchando a medida que el partido maduraba. Las rachas de viento que se registraron en Son Moix no ayudaron demasiado, pero la escuadra balear arrastró muchas dificultades para combinar y profundizar en ataque. La lesión de Joan Sastre se añadió al listado de los problemas que iba acumulando el equipo bermellón. La solución improvisada para el flanco derecho fue esta vez Lago Junior, que intentó resguardarse de la tormenta durante veinte largos minutos. Cuando todo parecía listo para envolver, llegó la cabalgada de Rodríguez y el remate de Amath. No es suerte. Es gol.