Yannis Salibur y Take Kubo son las grandes novedades en la convocatoria de Vicente Moreno para el partido de este domingo contra el Valencia. | REAL MALLORCA

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Ahora que ha conocido las dos caras de la Liga, el Mallorca reaparece en una de las catedrales de fútbol español para tomarse el pulso y medir su temperatura corporal. Justo antes del parón que congelará por primera vez el campeonato y con casi todo el mundo pendiente todavía del mercado, el equipo balear afronta el primer desplazamiento de la temporada. Alertado por el rodillazo que hace una semana le propinó la Real Sociedad, el grupo de Vicente Moreno visita esta vez a un Valencia inflamable que todavía no ha ganado en estas dos primeras jornadas (Mestalla, Movistar LaLiga, 17.00 horas).

Puede que la de esta tarde sea la mayor prueba de dificultad que le toca asumir al Mallorca en este nacimiento de curso. Hasta ahora el equipo se ha ido aclimatando a la altura sin salir de su hogar, pero esta vez el torneo le exige dar un paso al frente en todos los sentidos. Pese a lo que indican los números, le espera el actual campeón de la Copa de la Rey y el cuarto clasificado del ejercicio anterior. Un adversario de Liga de Campeones que además le pondrá a prueba en una de sus peores caras: la de forastero.

Metido en una dinámica ganadora desde hace dos temporadas, las únicas deudas que ha contraído el Mallorca en los últimos meses se han presentado fuera de casa. De hecho, el conjunto rojinegro solo ha ganado dos partidos como forastero en 2019. En dos escenarios poco favorables, eso sí. El primero en marzo, en Las Palmas y tras voltear un gol en contra (1-2). Y el segundo a finales de abril en Málaga, donde dio el paso definitivo hacia el playoff (0-1). En el resto de sus viajes sufrió para puntuar y toda su cosecha se limitó a cuatro empates. Una tendencia a la baja que trasladó incluso a la fase de ascenso, pero que redujo después gracias a la magia que hace en su estadio.

Este domingo el Mallorca puede empezar a arreglar esos dígitos como foráneo en un estadio muy vinculado a su historia que durante muchas décadas fue terreno maldito. Sin embargo, desde que lo profanó por primera vez no le ha ido del todo mal y ha puntuado allí en tres de sus cuatro últimas visitas, aunque de la más reciente hayan transcurrido ya seis años y medio.

Para abordar la primera gran cima de la campaña Vicente Moreno ha citado a 19 futbolistas entre los que faltan los lesionados Abdón Prats, Aridai Cabrera y Josep Señé, además de Álex Alegría, Fran Gámez y Moyita, que se quedan en tierra por decisión técnica. La gran novedad es la entrada del japonés Takefusa Kubo y del francés Yannis Salibur. Aunque parece complicado que ambos entren de inicio en la pizarra del técnico, sí que tienen muchas opciones de sumar sus primeros minutos como mallorquinistas a medida que avance el duelo.

En el Valencia empiezan a florecer las urgencias. Después de un empate en casa ante la Real Sociedad (1-1) y una derrota por la mínima en Balaídos (1-0), los de Mestalla, que estos días han conocido la ruta que seguirán en la Champions, irán a la caza de un triunfo que calme los ánimos de su entorno, que tiende a arder fácilmente. La escuadra de Marcelino García Toral se ha mostrado aún poco competitiva en esta fase inicial de la temporada y el técnico asturiano ha sido crítico con el juego de los suyos tras esas dos funciones ya archivadas en el cajón.

Además de estar pendiente de la situación de Rodrigo Moreno —la propiedad del club ha dejado claro que estará abierta a la venta hasta el último minuto del mercado—, el entrenador valencianista pierde para el encuentro de hoy a Cristiano Piccini, que se fracturó la rótula de la rodilla derecha esta semana y será baja para los próximos cuatro meses. Tampoco tendrá disponible a Carlos Soler, que juega de extremo en la misma banda derecha.

Daniel Wass parece fijo en el lateral derecho lo que dejará a Ferran Torres como sustituto más probable de Soler. También el joven coreano Kang In Lee podría tener opciones o el mediocentro Francis Coquelin si el técnico quisiera asegurar el control del centro del campo a costa de perder profundidad.