Valeri Karpin, actual entrenador del Real Mallorca. | Pere Bota

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Poco a poco, el deterioro del Real Mallorca se ha ido extendiendo a todos los ámbitos y desde hace un tiempo se ha instalado de lleno en un vestuario incapaz de revertir la situación.

De hecho, en las seis primeras jornadas del campeonato, con un nuevo cuerpo técnico y una plantilla restaurada de arriba a abajo, el problema no solo permanece. Además, se agrava cada vez que accede al terreno de juego.

El Mallorca presenta la defensa más débil y también por problemas para cerrar un partido con el marcador de su parte.

De momento es el único de los 22 equipos que componen la parrilla de la división de plata que aún no ha ganado a ningún rival, un lastre que apenas comparten otros cuatro conjuntos entre las tres categorías principales del fútbol español, integradas por 122 clubes en total: Córdoba (Primera), Sporting B y Marino de Luanco (Segunda B, grupo 2) y La Roda (Segunda, grupo 4). Es su arranque más negativo en Segunda del último medio siglo y desde la temporada 1953-54 no se demoraba tanto su primera victoria. En aquella campaña lo logró durante su séptima tentativa.

La última vez que el Mallorca celebró un triunfo fue el pasado 31 de mayo, con Javier Olaizola ejerciendo de técnico para salvar al equipo de descender a Segunda B.

Donde se hace más sonora la caída del Mallorca es fuera de los muros de Son Moix, donde solo se ha impuesto en una de las últimas 16 visitas.

El otro indicativo más alarmante se genera dentro de su propia área. Su promedio de goles en contra continúa creciendo (2,83 por partido) y empeora incluso las del año pasado (en este mismo punto acumulaba 14 y había mantenido al menos una vez la puerta cerrada) o las del curso del descenso (llevaba solo 5), que clausuró siendo el más goleado, con 72 dianas en contra.