Demasiado plano en ataque, el Mallorca firmó otra actuación decepcionante. Los hombres de Karpin, armados esta vez en torno a un conjunto muy diferente al que viene actuando en la Liga, fueron superados por un rival más efectivo. En la imagen, Abdón Prats intenta rematar ante Christian y Jesús. | Jaume Morey

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Real Mallorca 0 - 2 UD Las Palmas

Real Mallorca: Cabrero, Company, Agus, Coeff, Gulan (Saborit, 60'), Joao, Javi Ros (Abdón, 75'), Vallejo, Markovic, Assulin (Pereira, 67') y Scepovic.

UD Las Palmas: Casto, Simón, Christian, Vicente Gómez (Leo, 70'), Marcelo, Roque Mesa, Guzmán, Valerón (Aythami, 80'), Jesús, Benja (Figueroa, 60') y Artiles.

Goles: 0-1: minuto 54, Guzmán. 0-2: minuto 90, Leo.

Árbitro: Jorge Figueroa Vázquez. Amonestó al local Agus y a los visitante Artiles y Guzmán.

Guzmán Casaseca, un futbolista extremeño instalado en el vestuario de Las Palmas y con pasado bermellón, derramó anoche la Copa del Mallorca sobre el maltrecho césped de Son Moix. El mediapunta, que pasó por las filas del filial hace justo diez temporadas, activó la guillotina después de una gran acción coral y cercenó las escasas ilusiones que habían germinado en el Camí dels Reis por un trofeo que hasta hace unos años mantenía un precioso idilio con la entidad. Luego, con las gradas desiertas, el conjunto rojillo contusionado y la indignación extendiéndose, Leo asestó el golpe de gracia. Los de Karpin, que en sus cuatro primeras funciones solo han enganchado un triste empate, se marchan por la puerta atrás del torneo y tendrán que centrar ahora sus fuerzas en detener el caos que vuelve a sacudir al club a todos los niveles. Casi nada (0-2).
El Mallorca, que como Las Palmas se había planteado la Copa como un lujoso banco de pruebas, salió malparado de otra representación llena de agujeros. Como era previsible, Karpin aliñó el once con sentido y arriesgando con futbolistas con poca presencia hasta el momento. Y a excepción de Gai Assulin, que reclamó algo más de espacio a través de sus fogonazos y sus inyecciones de calidad, ninguno opositó a la titularidad de cara al partido del sábado, en el que el Recreativo de José Luis Oltra podrían prenderle fuego a las gradas de Son Moix si le da por atropellar a su enfermo anfitrión.
No había despertado mal el Mallorca, que trató de darle forma al partido con muy buenos modales. Salvo algún cortocircuito aislado, la defensa resistía, el centro del campo se mostraba muy dinámico e incluso Company, anclado por fin a su posición natural, cruzaba la frontera del centro del campo para fabricar ocasiones sobre el pórtico del debutante Casto. Los canarios, que también había acudido con un peinado mucho más discreto del que lucen habitualmente por deseo de Paco Herrera, sí demostraron tener en el banco un catálogo mucho más amplio. Pacientes y sin prisas, dejaron que el dominio local fuera menguando por sí mismo para golpear después en el momento preciso.
Las fuerzas, que se habían ido equilibrando tal y como el encuentro se aproximaba al descanso, se quedaron en el bando canario tras el descanso. Casi en exclusividad, además, porque el Mallorca se descosió como lo viene haciendo semana a semana. Partido a partido.
Las Palmas, sin cebarse ni bombardear, se adelantó poco después de abrir la lata del segundo acto, con una jugada impensable en la orilla de enfrente. Guzmán, después de apoyarse en Valerón y Roque Mesa, superaba a Cabrero y empezaba a corroer una eliminatoria que ya no tenía remedio.
Tampoco se le puede negar la actitud al Mallorca, que buscó un respiro y el empate a su manera. Pereira, con su salida al terreno de juego, se esforzó por revolucionar el combate pero se encontró con una defensa que por entonces ya andaba muy bien compactada. Markovic, a balón parado, y Scepovic, tuvieron en sus botas la opción de forzar la igualada, pero les falló el punto de mira. A ellos y al colegiado, que señaló un fuera de juego inexistente que invalidaba un tanto rojillo. Hasta que Leo decidió bajar la persiana.