Pep Lluís Martí posa junto a un escudo del Mallorca en las instalaciones de Son Bibiloni. | Pere Bota

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Mientras el Mallorca llena el depósito entre Son Quint y Son Bibiloni, a unos cincuenta kilómetros al sur de Palma, en la Colònia de Sant Jordi, Pep Lluís Martí se ejercita por su cuenta a la espera de una llamada que le anuncie que aún tiene sitio en el vestuario. El centrocampista isleño continúa anclado junto a uno de los diques del mercado, intentando mantener el tono físico y tratando de resolver el enigma de su futuro. Y aunque aparentemente no se trata de una ecuación demasiado compleja, la solución se demora y el tiempo empieza a correr en contra del futbolista. La dirección deportiva del club ya le ha transmitido su deseo de que siga vistiendo de rojo otra temporada para que ejerza de líder en un grupo que con el cambio de ciclo ha quedado huérfano de referentes. Sin embargo, las dificultades económicas lo mantienen todo en el aire y parece que hasta que no se abra la puerta de salida para determinados futbolistas el asunto estará congelado, por detrás de otras «prioridades». En cualquier caso, tanto el futbolista como la propia entidad son conscientes de que la renovación no puede estirarse demasiado y comienzan a mirar de reojo a otras posibilidades. La reciente marcha de Generelo supone un punto de luz para el jugador, que si no lograse el objetivo de alargar su carrera en Son Moix podría acabar en Estados Unidos.

Predisposición

Hasta ahora, las dos partes se mantienen a la expectativa. El Mallorca quiere a Martí y Martí, al Mallorca. El centrocampista, que no ha modificado en un solo centímetro sus preferencias, acabó la temporada a muy buen nivel y lleva meses recordando su intención de seguir imponiendo los galones en el centro del campo rojillo. Es más, en lo que va de verano ha rechazado dos propuestas que hubieran alterado el guión de los acontecimientos. Entre otras cosas, porque más allá de todos esos estrechos vínculos que le han ligado siempre al club, lamenta de forma especial lo que ha sucedido en las dos últimas campañas y se siente responsable. Por eso ya le ha dejado claro a la dirección deportiva que el tema económico nunca sería un problema para su continuidad: «Puedo firmar un papel en blanco y que pongan la cantidad que quieran o a la que puedan alcanzar. No habrá problema en ese sentido», ha deslizado estas últimas semanas.

Tras más de un mes de incertidumbre, la sorprendente salida de Generelo debería jugar a su favor y podría acelerar el desenlace, ya que hasta ahora una de las llaves principales de la operación la escondía Joao Victor. Tal y como informó este diario el pasado 14 de julio, la salida del brasileño, que acumula casi dos temporadas en blanco, aliviaría las maltrechas arcas del Mallorca. Con un ficha próxima a los 400.000 euros y un estado físico que no deja de generar dudas tras varias lesiones en cadena, el sudamericano es uno de los jugadores a los que se intenta encontrar un destino. Los otros son Alfaro y Nsue, ya que entre los tres le cuestan al club casi dos millones por campaña. Y mientras ninguno de ellos se mueva el margen de maniobra seguirá siendo estrecho.

En el caso de Martí, además del beneplácito inicial de la dirección deportiva también cuenta con el respaldo de ciertos jugadores de la plantilla, que le han trasladado a Miquel Àngel Nadal y Miquel Soler su deseo de que Martí se incorpore de nuevo a la formación, tanto por sus prestaciones deportivas como por el papel que representa entre las paredes del vestuario.

Con el reloj en una mano y el teléfono en la otra, Martí seguirá corriendo junto al mar para evitar que ese espacio de la pretemporada que ya se ha perdido le acabe cobrando peaje. A principio de la semana que viene podría ver la luz. Y si la oscuridad continuara y la puerta se bloqueara, estaría preparado para vivir una última aventura fuera de casa y para levantar el campamento al otro lado del Atlántico.