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La sala número 2 del Juzgado de lo Mercantil de Palma es el escenario del juicio, que ha arrancado esta mañana, por la demanda de Gregorio Manzano contra Mateu Alemany y subsidiariamente contra Alex García, José Miguel García, Miquel Vaquer, Javier Martí Asensio y Javier Martí Mingarro. El técnico solicita que los demandados respondan solidariamente de la deuda que el club mantiene con él correspondientes a la temporada 2009/10 y que ascienden a 2 millones de euros. Sin embargo, a esta cifra hay que restar las cantidades que ha podido recibir correspondientes al convenio de acreedores.

Manzano, que votó en contra del concurso, pide la totalidad de su ficha y en su día se opuso al convenio exponiendo que una de las soluciones para poder cobrar su salario al completo era «convocar junta general, en el plazo de dos meses, para que se adopte el acuerdo de disolución de la sociedad o solicitud, en su caso de disolución judicial».

Manzano entiende que Mateu Alemany instó el concurso de acreedores excesivamente tarde y que debería haberlo hecho antes y además recuerda que el expropietario y expresidente no recurrió a la posibilidad de disolver el club y entrar en liquidación para de esta forma saldar la deuda contraída. Esta demanda creó una situación de máxima tensión entre Alemany y Manzano. El técnico, que se ha hecho millonario a costa del Mallorca y que además fue contratado por Serra Ferrer, pese a haber pedido la liquidación del club, se ha mostrado intratable en este extremo.

El jienense exigía un trato preferencial a la hora de ver atendidas sus cantidades, algo a lo que Alemany no pudo plegarse porque suponía un agravio con el resto de acreedores.

El Mallorca de la penúltima época de Manzano vio aumentados sus problemas económicos por las condiciones impuestas por el jienense a la hora de fichar jugadores. La mayoría de ellos eran caros, veteranos con mucho recorrido y por los que no se podía pedir traspaso. Alemany, acusó al jienense de sufrir «alzheimer selectivo» porque fue su ideal futbolístico el que colocó al club en una situación de «insolvencia» ya que sus decisiones deportivas «tuvieron consecuencias económicas claras y definitivas para la entidad».