Iriney manifestó su deseo de debutar con el Mallorca cuanto antes. Ganas de ser un hombre importante no le faltan. | M. À. Cañellas

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El Mallorca ha cerrado el mercado invernal con la llegada de cuatro nuevos futbolistas, el último el guineano-francés Abdoul Camara, extremo izquierdo de 23 años y que proviene del Sochaux de la Primera División de Francia. También ayer se confirmó el fichaje de Iriney Santos y la marcha de Víctor Casadesús al Levante. Se fue regalado, como en su día lo hizo el Chori Castro. Fue un día intenso en Son Moix y si la cara es el espejo del alma, el rostro de Serra Ferrer ayer noche delataba que no había sido un día fácil en la oficina.

Iriney y Camara se unen a Cadamuro y Generelo y conforman el póker de fichajes, la infantería que debe guiar al equipo a Primera División. El club ha buscado carácter, virtud de la que no iba excesivamente sobrado el equipo, fuerza, contención, explosión y templanza. Hacía falta un poco de sal y pimienta para condimentar un plato que en verano quedó excesivamente soso, sin ese toque entre dulzón y amargo que le da al plato consistencia. Ahora se verá como es el resultado final. El Mallorca con estos fichajes tiene que defender mejor, debe organizarse mejor y sobre todo, está obligado a crecer.

El director deportivo compareció ante los medios ayer noche para explicar precisamente que con estas incorporaciones se ha buscado tapar vías de agua y cumplir con los deseos del entrenador y a la vez aportar al grupo más alternativas. «Con estos refuerzos hemos buscado alternativas al juego. Si antes el Mallorca tenía una muy buena plantilla, hemos intentado reforzarla, en una señal importante de lo que pretendemos hacer, que no es otra cosa que el equipo consiga el ascenso a Primera División», manifestó Serra Ferrer.

Sin excusas

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A partir de ahora se acabaron las excusas. En esta primera vuelta la falta de consistencia, los errores propios, la relajación y la ausencia de competencia en según qué posiciones, unida a la dejadez en muchas de las primeras partes de los partidos, ha hecho que el Mallorca se dejara puntos tanto en casa como fuera y a su vez sembrara un buen puñado de dudas. Ahora estos cuatro fichajes aumentan de golpe la competitividad en todas las líneas y el último en aparecer por la sala de prensa de Son Moix, Iriney Santos da Silva, armó un discurso acorde con un futbolista experimentado y que llega con hambre de fútbol. «Me considero un chaval -nació en Humaitá, Brasil en 1981- el tema de cabeza está bien y no veo la hora de ponerme la camiseta y entrenar. El siguiente paso será el fin de semana, que es cuando mi gasolina se mueve. Vengo con mucha ilusión por el fútbol y necesito sentir el calor del vestuario y de mis compañeros», dijo el nuevo centrocampista del Mallorca. Su DNI indica que Iriney es un futbolista que aporta equilibrio tanto ofensiva como defensivamente, con un buen juego creativo y combinativo. Es decir, lo que le ha faltado al Mallorca en muchos de los partidos que ha disputado durante esta temporada en Segunda División.

Experiencia

Tras su paso por varios equipos de Brasil, el recién fichado militó en el Rayo, Celta, Almería, Betis, Granada y en el Watford de Inglaterra. Ahora llega al Mallorca y lo hace para dar consistencia a la zona ancha. Este domingo no jugará y tampoco irá convocado. Sí lo hará Generelo, que tiene muchas opciones de ser titular y lógicamente también lo hará Cadamuro.

A partir de la próxima semana será la hora del brasileño y del internacional guineano, que no tendrán apenas tiempo para poder adaptarse porque la exigencia será máxima desde el primer minuto. Serra dijo estar «satisfecho» de todas las incorporaciones porque el grupo da un salto de calidad y será en verano cuando se deba dar la nota final. El vicepresidente no quiso entrar a valorar si el hecho de tener que recurrir como ha hecho al mercado invernal supone un revés en la planificación del pasado verano. «Eso lo dirá el tiempo», sentenció Serra Ferrer.

El director deportivo tiene ahora muchos más frentes abiertos no tanto en el césped, pero sí en la planta noble, donde sigue desarrollándose una guerra frenética.