Imagen de archivo de Gabriel Cerdà y Llorenç Serra Ferrer. | Pere Bota

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El consejo de administración del Real Mallorca ha escenificado esta mañana su división más absoluta después de que el presidente del órgano de poder del club, Biel Cerdà y el vicepresidente Llorenç Serra Ferrer, -ambos apoderados también de la SAD Balear- protagonizaran momentos de gran tensión que acabaron con el máximo accionista abandonado visiblemente enojado la reunión del consejo y por lo tanto dejando al Mallorca en una situación hoy por hoy ingobernable.

El momento de mayor tensión fue cuando el vicepresidente espetó a Cerdà que considera "roto" su acuerdo de sindicación de acciones con el actual presidente del consejo y posteriormente se levantó de su silla y dejó la sala en la que se estaba llevando a cabo la reunión.

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El consejo de administración mantuvo esta mañana una reunión de casi cinco horas en la que uno de los puntos que se acordaron fue el de iniciar acciones legales contra el que fuera responsable de los servicios jurídicos del club y secretario del consejo, Miquel Coca, ya que según Biel Cerdà se ha embolsado 135.000 euros de más de lo que en su día se aprobó por el consejo que recibiría en concepto de sus honorarios por haber sido uno de los profesionales que elaboró el convenio de acreedores.

Al término de la reunión Biel Cerdà no quiso realizar ningún tipo de manifestación respecto al desarrollo de la reunión y ante la pregunta de si su relación con Serra Ferrer seguían siendo "magníficas", Cerdà se limitó a declarar que "esto ahora no toca, solo hay que pensar en el equipo y en el partido de Eibar".

A partir de ahora se abre un escenario de incertidumbre total en el seno del cosejo del club tras la ruptura de relaciones entre los dos apoderados. Con esta nueva realidad la situación sufre un giro radical a la espera de cómo puede resolverse la sindicación de acciones entre Serra y Cerdà. El presidente, con apenas un 5% de los títulos, es la 'bisagra' en el órgano de poder del club, pero una unión entre Serra Ferrer, Claassen y Terrasa, o solo entre Serra y Terrasa permitiría variar el rumbo de la administración del Mallorca.