Pep Lluís Martí intenta controlar el balón ante la presión de Pedro León en el partido de la primera vuelta.

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A la hora de la siesta, con la mochila llena de piedras y sin escapatoria posible, el Mallorca tiene previsto pronunciarse. Anclado contra su voluntad a las alcantarillas de la Liga, el conjunto bermellón acude esta tarde a otra cita trascendental. A vida o muerte, probablemente. Los de Gregorio Manzano, cada vez más distanciados de la salida del túnel, van a agotar su munición en busca de algo de luz y esperanza. Una vuelta después de su última victoria entre las vallas de Son Moix, al equipo balear se le han acabado el tiempo y el crédito y solo una victoria ante un Getafe que habita muy lejos del fuego le ayudaría a iniciar de una vez por todas el proceso de rehabilitación. Sin embargo, otro desliz resultaría fatal y dejaría al bloque suspendido sobre la inmensidad del barranco (Iberostar Estadi, Canal + Liga y Gol Televisión, 16.00 horas).

Independientemente del camino que tome, el Mallorca necesita un golpe de gracia. Una inyección de moral y, sobre todo, una actualización de su cuenta corriente. El campeonato devora capítulos a una velocidad de vértigo y perder algún otro punto por el camino supondría un batacazo casi definitivo. A diferencia de otras jornadas, dentro del vestuario ya nadie se esfuerza en ocultar que la situación del grupo es crítica. Tanto, que los futbolistas han apelado al calor de la grada y al orgullo colectivo para quebrar su espantosa cadena de resultados en casa. Cualquier cosa vale con el objetivo de no resbalar.

Continuidad

Manzano también está obligado a dar un paso al frente que acabe alterando la fisonomía del Mallorca. En sus dos primeras funciones tras la era Caparrós y de forma esporádica, la formación ha mejorado su actitud y ha ofrecido señales para la ilusión. No obstante, solo ha recogido uno de los seis puntos en juego y la distancia con la superficie se ha incrementado peligrosamente hasta reducir a cenizas su margen de maniobra. Por eso tratará de esquivar la marca más negativa de su existencia como local (acumula ocho encuentros seguidos sin ganar en casa, su máximo histórico en Primera División) amasando un triunfo que rebaje la presión del entorno y que dé sentido a la campaña iniciada esta semana por parte del club: «Sí se puede».

El Mallorca va a perseguir el cambio de tendencia con un once muy similar al que cayó hace seis días en Valencia. Hoy, frente al rival que inició la debacle (el equipo sufrió en el Coliseum su primera derrota y comenzó a sufrir una insoportable plaga de lesiones), Manzano mantendrá su estructura habitual, aunque es probable que vuelva a apoyarse en Víctor, suplente en Mestalla, en detrimento de Hemed. Además, la baja de Javi Márquez por acumulación de amonestaciones tampoco alterará demasiado sus planes siempre y cuando el jienense decida mantener el trivote que alineó la jornada pasada. De todas formas, hoy solo importa una cosa: ganar.