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Al margen de las refriegas institucionales o de almacenar en sus estadísticas un montón de partidos en blanco, el Mallorca lleva mucho tiempo acusando su miedo a volar. Demasiado, seguramente. El grupo de Caparrós, enfrascado de manera peligrosa en el vagón de cola de la Liga, retomará este fin de semana una de sus obligaciones prioritarias: ganar fuera de Son Moix. Tras más de siete meses sin levantar los brazos para celebrar una victoria como visitantes, los baleares son el segundo peor equipo del campeonato como foráneos y sólo el Valencia, que a comienzos de esta semana renovaba su banquillo en busca de oxígeno (Valverde por Pellegrino), expone unos números más pobres y amarillentos.

Desde que rebañó el calendario de la temporada pasada el Mallorca pierde peso cada vez que se sube a un avión. Hasta ahora, el último faro que le indició el camino a seguir lejos de la Isla se encuentra en el Coliseum Alfonso Pérez. En el escenario de Getafe cuajó el conjunto rojinegro su última gran actuación en terreno enemigo. Embalado desde que dobló la esquina en dirección al segundo ciclo de la competición, los bermellones plantaron su bandera al sur de Madrid y además de embolsarse tres puntos que le permitían llamar a las puertas de Europa, firmaban un partido impecable que remataban los goles de Víctor Casadesús, Alejandro Alfaro y Tomer Hemed (1-3).

Casi un mes más tarde iniciaba el Mallorca un recorrido por las catacumbas. Un ataque de vértigo y las ganas del Madrid por fijar una marca histórica en la Liga mandaban a los hombres de Caparrós a la lona antes de pasar página y adentrarse en una nueva edición del torneo.

Con el ejercicio 2012-13 recién estrenado el equipo de Son Moix se llenaba los pulmones con sendos empates en campos de difícil acceso como La Rosaleda (1-1) y el Reyno de Navarra (1-1). A partir de ahí, casi nada que llevarse a la boca. Primero una caída en Getafe (1-0), luego una en el Sánchez Pizjuán (3-2), más tarde otra en Riazor (1-0) y más recientemente un nuevo fiasco en Vallecas (2-0). Y entre tanto resbalón, un insuficiente empate en el campo del Celta (1-1). El domingo, a la hora del aperitivo, visita al Levante y gastará otra bala en intentar alterar su tendencia en un estadio en el que únicamente ha conseguido imponerse en una de las cinco visitas que ha realizado como equipo de Primera División. Aunque de eso han pasado ya algunos años (temporada 2006-07).

Reacción

La formación que dirige Joaquín Caparrós está obligada a reaccionar cuanto antes. No obstante, su desembarco en el Ciutat de València se presenta complicado teniendo en cuenta la cómoda situación de los levantinos, instalados en la parte alta de la clasificación y con buenas perspectivas de cara a renovar el pasaporte. De momento, allí sólo han vencido el Madrid y el Barcelona y únicamente el Atlético ha rascado un empate. Sus otros cuatro invitados (Espanyol, Real Sociedad, Valencia y Granada) se largaron con los bolsillos vacíos.

En cualquier caso e independientemente de lo que ocurra el domingo, el Mallorca seguirá lejos de su peor marca de partidos sin ganar a domicilio, que asciende a 27 y que permanece inamovible desde hace más de cuarenta años. Sólo los goles de Juan Parera y Cifre en Pontevedra, durante el último encuentro de la temporada 1969-70, pusieron fin a aquel mal sueño.

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