El jugador del Mallorca Alejandro Alfaro celebra el 3-0.

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El frío en las gradas de El Sardinero dio paso a un incendio. El Mallorca disparó la crispación de una afición 'racinguista' que se ve condenada al descenso a Segunda y expresó su malestar durante y, sobre todo, después del encuentro, cuando la Policía Nacional tuvo que acordonar la zona del aparcamiento para hacer posible la salida de los jugadores locales.

La Gradona -el sector de El Sardinero en el que se sitúan los aficionados más radicales del Racing- escenificó la crispación con la situación del club. Los hinchas entraron más tarde al campo en señal de protesta por la muerte de Iñigo Cabacas y por la situación que vive el club, pero también lo abandonaron justo cuando Alejandro Alfaro redondeó la goleada rojilla (0-3). Su ausencia en los primeros 13 minutos coincidió con la circunstancia del primer tanto bermellón, lo que aumentó la crispación de una Gradona que veía como el último hilo de esperanza se desvanecía con el gol de Nsue.

Al final del partido los seguidores más ruidosos se dirigieron al aparcamiento mientras los aficionados que seguían en el campo optaron por tomarse la desgracia con humor en ciertas fases. Los racinguistas coreaban dos pases seguidos de los suyos o se mofaban de los errores del senegalés Babacar, pero, sobre todo, criticaron la gestión de una planta noble a la que señalan como culpable.

La grada dejó constancia del divorcio con sus dirigentes y el propio capitán del Racing, Pedro Munitis, evidenció el mal momento que vive la entidad: «Nos ha tocado vivir y comer mucha mierda, fundamentalmente estos dos últimos años. Es cierto que somos los máximos responsables de todo lo que está pasando porque somos los que salimos al campo, pero la verdad es que nos han mandado a la guerra con tirachinas y a pelear con gente que va en tanques», dijo.