Bruno de Souza, en su caballo. | Miquel Alzamora

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Son las once de la mañana y el sol castiga con justicia sobre el Real Club Escuela Equitación de Mallorca (RCEEM). A tan solo unos metros de la pista de saltos Bruno de Souza Petri (Palma, 2007) está llevando a cabo los cuidados de su caballo, Giorgio 88 con el que ha conseguido los últimos trofeos en la competiciones que ha tomado parte, el trofeo 50 aniversario del RCEEM (categoría 1,10) y el trofeo Bunyola (categoría 1,15) el Infanta Elena. También fue subcampeón de Mallorca en 2021 y logró siempre situarse en las primeras posiciones en los concursos que se han llevado a cabo en Son Pardo.

El joven de 16 años es uno de valores de la cantera hípica de nuestra Isla. A esa hora mima a ‘Giorgio’. Un ventilador en su cuadra permite al espectacular caballo disfrutar de una buena temperatura. Bruno se desvive por su bienestar. Habla con verdadero amor hacia su compañero de competición, aunque este respeto es mutuo. «Yo le protejo a él y él me protege a mí. Tenemos una química muy especial y nos transmitimos confianza y seguridad. En la pista la conexión entre nosotros es clave. Él lo da todo por mí y yo por él. Somos uno», relataba el jinete.

En plena adolescencia, Bruno es todo un ejemplo de entusiasmo por el trabajo, los estudios y su pasión, los saltos. «Suelo levantarme a las nueve y me voy a trabajar –en verano trabaja en un restaurante– y al acabar después del mediodía cojo un bus para llegar hasta el centro de entrenamiento. Alas cinco empiezo los    cuidados a Giorgio, le doy todo lo que necesita. También entrenamos y después llegan los cuidados de después. Entre dos y tres horas. Después vuelvo a casa y descanso yo para estar bien al día siguiente», relataba Bruno. En invierno la escuela sustituye al trabajo y los fines de semana, si no hay competición, comparte tiempo con su familia y amigos.

Pasión

El joven tiene clara cuál es su pasión: «Este es el deporte que me gusta, no me veo practicando otro», relataba a Ultima Hora. De mirada curiosa, Bruno atiende las preguntas para responder con claridad meridiana. «Ahora sé lo que puede hacer el caballo, dónde puede llegar y dónde no. La primera toma de contacto que tuve con Giorgio fue a mediados de junio de 2021. Un mes después ya gané el campeonato de Mallorca. Él me entiende a mí y yo a él. Es clave hacer buenos entrenamientos y darle también una buena alimentación. Su felicidad es clave porque eso se traslada a la pista, como he dicho lo da todo por mí», relata Bruno.

El joven jinete tiene claro también a quién debe esta progresión tan notable estos últimos dos años. «Mi entrenador Antonio Pericàs ha sido clave para mí, gracias a él y a su esfuerzo y dedicación hacia mí he llegado a conseguir ser el jinete que soy hoy en día», relataba Bruno.

Toda ayuda es poca y recientemente también ha conseguido atraer a un patrocinador como Equinox, una marca de suplementos que complementan la alimentación de Giorgio para que esté físicamente mejor en un mundo donde la exigencia es alta. Sin embargo, Bruno sabe cuándo su caballo está bien o mal. «Ellos tienen sentimientos, hay días que van mejor que otros, no siempre se gana y hay que entenderlos. Ellos, como nosotros, también cambian. En verano les cuesta más y prefiere salir cuando hace frío», explicaba el jinete.

Bruno es muy joven y en según qué momentos pueden aparecer los nervios de la competición. En este caso tratan de ayudarse uno y otro. «Yo no soy perfecto, también llego mal a un salto y siempre está él para ayudarme y no fastidiarla tanto. En una competición creo que yo me pongo más nervioso, pero también percibo los suyos porque él, nada más entrar, observo que me mira de forma especial, consciente de que es un día especial. Creo que los dos sentimos que ha llegado el momento. Giorgio siente lo que yo siento y tal vez le puedo transmitir algo de nerviosismo, pero esto también es bueno en una competición», asegura Bruno. Lo que más ha trabajado Bruno ha sido la llegada al salto. «Antes de Giorgio tenía una yegua en la que no éramos uno y ni yo ni ella sabíamos llegar bien, pero cambié a él y todo cambió. Controlé el galope, trabajé al caballo mucho mejor y supe serenar mis nervios para no fastidiarla. La ansia de querer ganar es traicionera y esto lo voy poco a poco controlando. En el campeonato de Mallorca de este año en el último salto estaba tan nervioso que yo me lié y confundí al caballo y no lo conseguimos, de ahí que debemos mantener los dos la cabeza fría», explicaba Bruno. Su pasión por los animales, en especial por los caballos le ha llevado a ser uno de los diamantes de la hípica balear. Su futuro no tiene techo.