Un deportista pratica 'running'.

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La exigencia del deporte de élite ha rebasado sus límites para establecerse en todos los peldaños. Desde la base y hasta los profesionales, pasando por la importante cuota de los amateurs, la necesidad de demostrar, la presión, ansiedad o temores se han convertido en peligrosos compañeros de viaje para muchas personas, sin distinción de edades, género, modalidades o categorías. La importancia de la salud mental dentro del día a día de las estructuras deportivas profesionales cada vez es mayor, al igual que el impacto de casos como el del baloncestista Ricky Rubio, que ha renunciado al Mundial para dejar atrás un problema de este calibre, y que se suma a numerosos profesionales (Michael Phelps, Simone Biles, Andrés Iniesta, Enric Mas, Álex Abrines...), muchos de ellos de gran impacto y relevancia, cuyos ejemplos de superación ante estas adversidades ayudan a quienes buscan respuestas o soluciones cuando la mente se bloquea.

Por ello, la figura del psicólogo deportivo ha conseguido hacerse con su espacio, normalizarse y dejar atrás ese estigma de otras épocas, cuando quienes recurrían a ese apoyo tenían miedo a ser tratados de locos. «Al psicólogo no van los locos, de ir a algún lado, sería al psiquiatra», refería un veterano especialista en la rama deportiva que en los años 90 fue de los primeros en colarse en un vestuario.

La figura de estos profesionales gana peso, entidad y relevancia, poniendo en valor la labor que pueden realizar cuando la cabeza hace que el físico se bloquee y no lleguen los resultados o no se pueda entrenar con normalidad. Tres psicólogos deportivos con recorrido y experiencia en Mallorca desgranan el marco de actuación y las líneas a seguir para sacar el máximo jugo a esta aportación que, cada vez más, clubes deportivos, federaciones y familias reclaman.

La experiencia como deportistas juega a favor de algunos de esos profesionales. Es el caso de Pep Toni Román, que llegó a jugar baloncesto en categoría nacional y ahora está al frente de Ment Psicología, tratando casos puntuales, pero ahora asumiendo el proyecto del Club Bàsquet Pollença, «que puede ser una referencia». Recuerda de sus inicios que eran ellos «quienes teníamos que ir a los clubes a explicarles lo que era un psicólogo deportivo... Y ahora son ellos los que nos vienen a plantear sus problemáticas».

El papel de la figura del psicólogo deportivo coincide con el resto en la necesidad de «ser normalizado», señalando que debe hacerse esa labor «tanto a nivel profesional como de base». E ilustra la relevancia de su aportación con un ejemplo transparente. «Una lesión física se ve y se puede diagnosticar con una prueba. Pero perder la confianza, por ejemplo, no se percibe», explica. Añade el papel del club deportivo como punto de encuentro social, «de interacción entre personas», algo que se debe valorar en unos tiempos en los que «la comunicación directa es más complicada y pasa más a aplicaciones, teléfonos móviles...».

Pep Toni Román, responsable de Ment Psicología.

De la misma manera, Pep Toni Román señala «la mayor exigencia, incluso hacia los niños», y la importancia de tener presente que «cuanta más exigencia planteas, de más recursos precisas», remarcando la importancia de que figuras de primer nivel, como Ricky Rubio como último caso, hagan de altavoces de esta realidad. «Esos perfiles tienen tras de sí una mayor presión social y pueden servir de megáfonos, relacionando su imagen con los valores como persona que quieren transmitir».

Por ello, «dar visibilidad o difusión ayuda, porque en ocasiones, no somos conscientes de lo que ocurre hasta que nos bloqueamos. No todo es un 'click' o un hecho traumático, la pérdida de confianza o cualquier otro hecho paralelo no pasa de un día para otro y es bueno tirar del hilo y encontrar el origen para trabajar en la solución», prosigue.

Regresando a las edades más temporadas, señala este psicólogo deportivo que la mayor duración de las carreras deportivas «puede generar un síndrome de 'Burnout', quemarse para ser claros. Hay gente a las que se le marcan expectativas altas y no saben gestionar esa situación y lo acaban dejando. O gente que está arriba y tiene que parar», en referencia a Rubio y otras personalidades del deporte que han llegado a este punto. «Son privilegiados, pero dedicarse a esto tiene un precio. Son muchos viajes, demasiado tiempo fuera de casa, entrenamientos, partidos... Y eso acaba pasando factura de una manera u otra si no se sabe gestionar o no se tienen las herramientas necesarias», incide Pep Toni Román.

Una década de recorrido profesional y el paso por diferentes escenarios como el Constància, el Projecte Masia 360, el Atlético Baleares o la Rafa Nadal Academy le han valido a Raimundo de las Heras recibir la llamada del Real Mallorca para ubicarse como responsable de su departamento de Psicología para el fútbol base, hasta el filial. Desde su criterio, «hacer una buena evaluación y conocer lo que se necesita es básico», señalando de manera clara que «la diferencia que juega a favor de nuestra labor es que un psicólogo evalúa, diagnostica e interviene», además de advertir que «la salud mental es un aspecto multifactorial, en el que lo que pasa fuera del deporte, también interviene o puede afectar».

Valora también el trabajo con el entorno del deportista, en futbolista en este caso, una labor en la que el psicólogo deportivo juega una labor clave. «Es el experto, pero no es el único que debe influir en el deportista. Eso sí, debe formar también a ese entorno, porque es fácil generar creencias de éxito o fracaso», aconsejando que «hagan otras cosas más allá del fútbol. Desde estudios a idiomas, otras aficiones, hobbies... Cuanto más puntos de autoestima tenga, mejor preparado estará ese deportista».

Raimundo de las Heras, en la Ciudad Deportiva Antonio Asensio. Foto: F.F.

Dentro de su plan de ruta, De las Heras defiende a ultranza el trabajo en esta materia «desde la base», pero también en todas las fases. «La población idealiza al deportista de élite. Llegar a jugar en Primera División no es conseguir el objetivo. Supone el inicio de otra etapa de exigencia para mantenerse a ese nivel», recalca, definiendo por ello como «fundamental» la labor del club al apostar por la salud mental de sus deportistas e integrantes, «sacando el máximo rendimiento, pero sin perder de vista la vertiente psicológica y personal. Nos interesan jugadores que puedan llegar y mantenerse. Y si no lo consiguen, que no tengan una frustración permanente», para lo que señala la importancia «de tener una autoestima o alternativa al margen del deporte».

Su trabajo lleva consigo también «transmitir confianza a jugadores y entrenadores, que son una figura influyente y debe hacerlo en positivo, pero también hacerles ver que estamos para sumar y anticipar los posibles problemas», explica el psicólogo de referencia del fútbol base del Real Mallorca, que entre los casos que ha encontrado, destaca algunos relacionados «con problemas de adaptación», aunque también se muestra «sorprendido por la madurez de jugadores de 16 o 17 años que se manejan muy bien ante situaciones complejas», relacionándolo a su vez «con un buen entorno familiar».

Otro psicólogo deportivo de referencia en Mallorca es Jaume Mas. Su nombre trascendió a nivel nacional al ser parte activa de la recuperación de la confianza en las bajadas del ciclista Enric Mas tras su abandono en el Tour de 2022, pero acumula un importante recorrido en su hoja de servicios que le lleva a formar parte del equipo del SJD Mallorca Sport Medicine, además de trabajar con clubes como el Constància o el Artà. Desde su prisma, más que volumen de trabajo percibe «más interés por nuestra labor», viendo que su papel dentro del mapa estructural del deporte, tanto de formación como profesional «ha alcanzado una normalidad que es necesaria».

Mas admite que la confianza por parte del deportista es clave en este proceso «que al final les aporta bienestar, una vía para expresarse, comentar, hablar... les hace sentirse mejor, escuchados, ofreciéndoles herramientas con las que afrontar el día a día y los problemas que les puedan surgir». Igual que sus compañeros, plantea esa 'cara B' del deporte de alta competición «que no es tan guapa, porque al tener la responsabilidad de rendir, si no llegan los resultados o el rendimiento que esperas, puedes sentirte incomprendido», refiere.

Y ahí, centra sus observaciones en el deporte de élite «y las presiones con las que convive, más en los momentos duros, cuando la gente se olvida de ellos, más en una sociedad tan crítica. Ahí se plantea un escenario en el que precisas de apoyos, herramientas o una opinión que te pueda hacer ver o plantear las cosas desde otro prisma para voltear la situación», comenta el psicólogo isleño, que defiende también la tesis por la que, en los clubes, federaciones y en los equipos de trabajo «igual que se normaliza la figura del médico o el fisioterapeuta, debe hacerse también con el psicólogo deportivo».

El psicólogo deportivo Jaume Mas, en su despacho.

Recomienda Jaume Mas «empezar cuanto antes» con esta labor, con el fin de «ganar en autoconocimiento para, más adelante, poder gestionar situaciones que se planteen», afirmando con rotundidad que «cuanta más estabilidad ofrezcamos al deportista, más fácil será trabajar», apuntando el valor de una buena estructura personal, «con varios puntos de apoyo en lo personal (familia, pareja, amigos...), pero también desarrollando una 'carrera dual', con una formación académica y deportiva paralelas para no jugártelo todo a una carta». El reto, para este profesional, es «conseguir, además de grandes deportistas, personas felices».

Un caso que le ha llenado en lo profesional fue el del ciclista 'artanenc' Enric Mas, a cuyo equipo se unió para superar el miedo a los descensos que provocó su abandono en el Tour de 2022, consecuencia de una serie de caídas «que fueron las que lo generaron» y que en algunos casos llevan consigo que aparezcan «pensamientos constantes, a lo largo del día, dándole vueltas a eso y buscando respuestas». En ese tipo de supuestos, Jaume Mas apuesta por «normalizar que las caídas son parte de este deporte y de otros y que se deben enfocar el entrenamiento o las carreras en positivo, pensar que vas a tomar bien esas curvas y no te caerás». En el caso de Enric «se focalizó el punto de apoyo en las curvas, trazándolas bien y con esa idea de pasarlas sin caída». Con resultado más que positivo, pues en su regreso firmó dos segundos puestos en La Vuelta y el Giro de Lombardía, además de una victoria en el Giro de Emilia. Pero, por encima de todo, se recuperó la mejor versión del ciclista del Movistar Team.

Román, De las Heras y Mas forman parte de esa nueva generación de profesionales de la psicología que han hecho del deporte un escenario que escrutar y sobre el que trabajar un campo como el de la salud mental que se ha hecho con un espacio que décadas atrás resultaba inimaginable.