El ciclista mallorquín Raúl Márquez posa junto a la denuncia y los partes médicos, el casco y los zapatos que llevaba en el momento del incidente que le tocó vivir el sábado en Gran Canaria. | Pilar Pellicer

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Con visibles secuelas en su rostro y una de sus manos, pero también a nivel psicológico, Raúl Márquez ya descansa en su domicilio palmesano tras protagonizar unos hechos que, a través de las redes sociales, han dado la vuelta al mundo. La agresión sufrida por el popular ciclista del equipo Qromia a manos de un conductor el pasado sábado en el descenso del Pico de las Nieves ya está en manos de las autoridades, pero días después, en frío y «después de haber dormido bien por primera vez en tres días», Raúl muestra su «tristeza» por lo que le tocó vivir y sufrir.

«Me siento dolorido, triste... Pero también impotente», refiere Márquez, quien ayer atendió a Ultima Hora para denunciar los hechos acaecidos a primera hora de la tarde del sábado en Gran Canaria, donde se encontraba junto a algunos de sus compañeros de equipo realizando un stage. «Lo más difícil para mí ha sido explicárselo a mi mujer, a mis hijos y a mi madre... Pero espero que pase esto rápido, porque pensaba que no lo contaría», aseguraba el corredor, de 36 años y un habitual del pelotón local Máster 30.

Hechos

A la par que su teléfono no para de sonar, Raúl Márquez relata los hechos que desembocaron en una brutal agresión que ha dejado huella en su cara, e incluso le ha costado perder una muela. «Él (el conductor) realizó un adelantamiento incorrecto, peligroso, lo que obligó a que mi compañero tuviera que frenar, sacar la mano y casi irse al suelo», explica Márquez. «Nos hizo aspavientos y seguimos bajando, a una velocidad que, al contrario de lo que él dice, no era de persecución. Tengo los datos del GPS y el Strava como prueba», proseguía el ciclista, quien en un cruce se detuvo ante la presencia de quien sería minutos después su agresor. «Me preguntó después si le perseguíamos y yo le recrimino que casi tira a mi compañero... Y ahí empezó todo», añade el corredor del Qromia. «Cuando sale del coche, me toca como para marcar distancias, pero como voy con los zapatos de ciclista, resbalo y casi me caigo. No me sentía seguro y decidí quitármelos.

No era para darle con ellos, sino por seguridad», puntualizaba la víctima de tan injustificado acto. La irrupción de la pareja del conductor dispara los acontecimientos. «Yo no le digo nada, le dije a ella que no me tocara y que no me gritara. Y después llegó el puñetazo... De lo demás, no me acuerdo», dice.

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Los vídeos que grabaron varios testigos, y los propios testimonios, acompañan a la denuncia presentada tras ser identificado por la Guardia Civil, que intervino una vez que el agresor abandonó el lugar.

Tristeza

«Me desperté en el suelo, con las chicas que grabaron el vídeo protegiéndome con un parasol. Me llevaron a un centro médico y de ahí al hotel», continúa el ciclista isleño, quien reitera que su agresor «había puesto en riesgo la vida de un compañero. Le he dado mil vueltas a cómo se podría haber evitado, pero no esperas esto. Y viendo el vídeo, soy más consciente de lo vulnerables que somos y la suerte que tengo de contarlo».

Las muestras de apoyo recibidas por Raúl Márquez le «reconfortan», pero espera que su experiencia «sirva para reflexionar y que no se repita jamás».

«Me tuve que buscar un abogado allí»

Tras abandonar el centro médico en el que fue asistido, Raúl Márquez presentó la correspondiente denuncia contra su agresor, aunque la sorpresa llegó horas después, estando todavía en Gran Canaria (regresó a Mallorca en la madrugada del lunes al martes). También se había presentado una denuncia contra el ciclista isleño, presentándose al parecer con el brazo en cabestrillo. «Me tuve que buscar un abogado allí... Me marché pensando que él era un profesional de esto, que no era la primera vez que le pasaba algo así», comentaba visiblemente dolido el corredor del Qromia. «Que te denuncien por algo que no has hecho duelo. Me encuentro mal, no sólo por el dolor físico, sino por todo lo que lleva consigo», finaliza.