Andrés Iniesta, ayer, durante el entrenamiento de España en Fortaleza. | MARCOS BRINDICCI

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La selección española encara las semifinales de la Copa Confederaciones, el penúltimo paso del nuevo reto marcado por su ‘generación de oro' de futbolistas, que quieren cerrar el círculo de éxitos añadiendo el título que les falta, frente a un equipo italiano con ganas de vendetta.


El tiempo va marcando ciclos en el fútbol y equipos que marcan una época. La actual tiene nombre español, con un grupo de futbolistas que, tras conquistar un Mundial y dos veces la Eurocopa, asumen con naturalidad y respeto al rival la condición de favoritos que siempre recae sobre ellos. El papel de víctima se intercambia con una Italia respetada por su carácter competitivo.

Italia siempre vuelve. En ningún partido de una fase final de un campeonato se la puede dar por muerta. Japón la tuvo contra las cuerdas y se levantó. Cayó ante Brasil, pero el triunfo con el que abrió su Confederaciones, frente a México, le dio el pase a semifinales. España y las ganas de venganza aparecían en su horizonte.
Marcadas a fuego están las dos últimas eliminaciones italiana a manos de los españoles, dos tragos difíciles de digerir. En los cuartos de final de la Eurocopa 2008, cuando, tras el empate sin goles, se toparon con el ‘santo' Iker Casillas en la tanda de penaltis. Más dolorosa aún la derrota en la final de la Eurocopa 2012 en el último precedente. Hace doce meses

La Roja desató su mejor fútbol para golear en el gran día por 4-0.
Esa referencia motiva a los italianos y alimenta la sed de revancha. Para los españoles es una referencia a la que no se debe mirar. La Roja espera un partido completamente distinto. Un rival que hasta puede modificar su estilo de juego más abierto para pasar a un sistema de cinco defensas que tanto daño hizo en el estreno de la última Eurocopa, en un empate sudado para España, que por momentos perdió su estilo. Además, el duelo llega en un ambiente que no gusta, enfada y hasta puede distraer la atención de los internacionales españoles.

Acusados por un medio brasileño de celebrar sus triunfos en la fase de grupos de la Confederaciones con fiestas privadas, con alcohol y mujeres, situación que provoca problemas a muchos que tienen familia e hijos. Se desmiente todo desde el interior de la concentración y se toma como un intento de desestabilizar a la que todos señalan como gran rival de Brasil por el título.


La polémica ha tapado el debate futbolístico que siempre acompaña a la selección española. Vicente del Bosque debe tomar dos decisiones importantes para semifinales, en la portería y la posición de nueve.