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David Ferrer ganó el Abierto de Valencia, torneo del que es copropietario junto a Juan Carlos Ferrero, y dejó prácticamente sellado su pasaporte para participar por segunda vez en la Copa Masters de Londres al derrotar en la final a Marcel Granollers por 7-5 y 6-3, en una hora y 49 minutos de juego.

El jugador de Jávea conquistó su segundo título de la temporada, tras el que logró en el torneo de Acapulco a principio de año, y llega en un excelente estado de forma al tramo final del curso tenístico, al que puede poner la guinda con su presencia en la Copa Masters, en la que fue finalista en 2007 en su única participación.

Granollers, sin embargo, no le puso las cosas fáciles a Ferrer, sobre todo en un primer set durísimo, en el que los dos tenistas pudieron llevarse el parcial y que se prolongó algo más de una hora.

El barcelonés, que llegaba a la final tras ser repescado por la organización para suplir la baja de Jo-Wilfred Tsonga, afrontó la final con mucha confianza, jugó su mejor tenis de la semana y planteó muchísima batalla a un Ferrer al que le pesó un poco la responsabilidad en la primera manga.

El tenista catalán fue el primero en disfrutar de bolas de 'break', dos en el tercer juego, que no aprovechó, y tuvo que defenderse bravamente en un sexto juego larguísimo, en el que Ferrer no pudo concretar hasta cuatro puntos de rotura.

El primer 'break' llegó en el siempre clave octavo juego a favor del cuarto cabeza de serie del torneo, pero cuando servía para ganar, Granollers le devolvió la rotura y la emoción a un partido que parecía abocado a la muerte súbita. Sin embargo, Ferrer le metió presión al catalán y le arrebató el servicio y el set en la primera ocasión de la que dispuso.

El triunfo en la primera manga le permitió a Ferrer liberar la tensión. El de Jávea jugó más suelto y a Granollers se le puso el segundo set muy cuesta arriba al perder su saque en el segundo juego y permitir a su rival ponerse con un 3-0 de salida.

Ferrer no dio más concesiones y se mostró muy seguro con su servicio, sabedor de que ganando sus juegos tenía la final en el bolsillo. Y así fue, el jugador local no dio ni una sola opción al catalán con su saque y, tras ganar el último punto, se tiró al suelo con las manos en el rostro celebrando la victoria de un partido que él mismo definió como «más que una final» por lo que había en juego.