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Rumores, reuniones, comentarios en voz baja, jugadores interrogando a los periodistas... Algunos se empeñan en negarlo, pero el 'stage' del Mallorca en Kössen es un hervidero. La incertidumbre se ha instalado entre los muros del hotel Sonneck y la expedición balear vive en todo momento pendiente de lo que ocurre en Palma. Nadie sabe qué pasa, salvo que el malestar crece minuto a minuto. Y aunque el club se sumergirá hoy en otra jornada fundamental para su futuro, casi todos temen que el culebrón va a seguir alargándose.

La llegada al Tirol de Nando Pons ha provocado que el ambiente se siga enrareciendo. Sobre todo, porque la mayoría está ansiosa por recibir información a través de los cauces oficiales. El director deportivo de la entidad llegó el sábado a Múnich para presenciar el segundo amistoso del verano ante el 1860 y ayer, después de pasar la noche junto al resto del grupo, comenzó a recibir peticiones. Además de reunirse con Manzano para ponerle al día y trasladarle los planes de Carlos González, Pons fue reclamado por los capitanes de la plantilla (Nunes, Webó, Martí y Ramis) para mantener una reunión y aclarar conceptos. ¿Los motivos? En el vestuario no ha sentado nada bien que el futuro propietario haya filtrado que no cuenta con varios jugadores (Webó y Corrales, principalmente) sin haberse hecho todavía con las riendas del Mallorca. O que se hable de fichajes multimillonarios cuando los futbolistas aceptaron hace poco aplazar en diez meses el pago de sus fichas. «Supongo que si traen a Riquelme o Figo también nos pagarán lo que nos deben, ¿no?», se preguntaba el otro día en voz alta un miembro del plantel. Ésa es la sensación que flota ahora mismo en la concentración.