Imagen del avión privado en el que Rafael Nadal se desplazó ayer a París después de que el patrocinador del torneo de exhibición en el que compite hoy fletara la aeronave. Foto: PERE BOTA

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Tolo Jaume

La nobleza del planeta tenis se cita en Roland Garros con su rey dispuesto a iniciar su reconquista. Rafael Nadal puso ayer rumbo a su cita con la historia en el mejor año de su regencia y dispuesto a salir airoso de la segunda gran cruzada que se plantea sobre la arcilla parisina en el Bosque de Bolonia.

Las hostilidades se desatarán el domingo, pero el número uno del mundo, que no se situará en primera línea hasta la semana que viene, ya se encuentra en suelo galo para reconocer el territorio sobre el que está en condiciones de alcanzar la gloria. El reto de apoderarse del cetro de la tierra conlleva honores al alcance de muy pocos.

Tras cuatro éxitos consecutivos en Roland Garros, Nadal tiene la posibilidad de añadir a sus vitrinas el segundo grande del curso, que sería el séptimo de su carrera, y con ello garantizar su estancia en el trono de la ATP hasta final de año. Retener la cima es uno de los premios que subyace en uno de los escenarios predilectos del número uno del mundo.

Hasta la fecha su hegemonía se ha visto reforzada en su mejor año como profesional. El zurdo de Manacor acumula 41 victorias y sólo cuatro derrotas en un ejercicio en el que ha conquistado el Open de Australia; los Masters 1.000 de Indian Wells, Montecarlo y Roma y el Conde de Godó. Nunca antes había encarado su cita con el Grand Slam rojo con semejante bagaje de éxitos.

La cautela es la principal compañera de viaje de Rafael Nadal, que sólo piensa en el primer escollo que aparecerá en su camino. No será hasta mañana cuando conozca las posibles emboscadas que se le planteen en su particular intento de cosechar su quinto entorchado en la Philippe Chatrier. Hasta su debut el mallorquín intensificará su puesta a punto para intentar garantizar su mejor estreno posible. Y es que el paso por la altitud de Madrid hace apenas unos días obliga a realizar ajustes en el juego necesario para retener la corona.

Por otra parte, la conquista del Open de Australia y su condición de vigente campeón de Roland Garros y Wimbledon ha disparado las expectativas sobre la posibilidad de que Rod Laver encuentre por fin un sucesor. A Roger Federer se le esfumaron buena parte de sus opciones de igualar al tenista australiano con sus tropiezos ante Rafael Nadal en la arcilla parisina, pero el mallorquín aparece ahora en la tierra gala como el último en albergar esperanzas de emular a Laver, que es el último y único ganador de los cuatro títulos del Grand Slam en un mismo año.