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Miguel Luengo |MADRID
La final soñada se convirtió en el final del Purgatorio para el suizo Rofer Federer, quien con una victoria por 6-4 y 6-4 sobre Rafael Nadal en la lucha por el título del Mutua Madrileña Madrid Open, abrió su esperanzas para intentar el único Grand Slam que le falta, Roland Garros.

Federer se impuso a Nadal en una hora y 25 minutos sin ceder una sola vez su servicio. Contó para ello con la altitud de Madrid, que favoreció su fenomenal servicio, y una serie de golpes que había mantenido guardados hasta las rondas finales, una excepcional dejada y la derecha, que entró en picado esta vez sobre el revés de Nadal.

Nadal no perdía sobre tierra desde el torneo de Roma el 7 de mayo de 2008. Desde entonces había encadenado 33 triunfos consecutivos sobre arcilla. Federer cortó esa racha, como también fue capaz de quebrar, en la final de Hamburgo de 2007, el récord de 81 victorias seguidas sobre tierra, al imponerse por primera vez sobre tierra. Ayer fue la segunda en once partidos disputados sobre arcilla.

El mallorquín había necesitado cuatro horas y tres minutos para deshacerse del serbio Novak Djokovic en las semifinales, después de levantar tres bolas de partido, y evidentemente notó el desgaste. Su preparador físico, Rafael Maymó, estuvo trabajando hasta las dos de la madrugada con masaje y hielo en su rodilla derecha. Y esta mañana se entrenó sólo durante 40 minutos. Pero su semblante era de una extrema seriedad.

Roger Federer salió lanzado, evitando los intercambios y jugando al punto directamente, sin peloteos, al cara a cara. Y poco a poco su confianza se fue reforzando. Su saque, combinado con los 665 metros de altitud de Madrid, hicieron estragos en el juego de Nadal que apenas podía leerlo y poner la bola en juego. Pese a todo, el español dispuso de cuatro oportunidades para romperle, y fracasó en todas ellas.