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Cuando el Barcelona y el Manchester United salten al césped del Olímpico de Roma el próximo día 27, todas las miradas estarán puestas en las dos grandes estrellas del firmamento futbolístico actual: Leo Messsi y Cristiano Ronaldo.

Los dos pugnan por ganar esta temporada el título de «Mejor Jugador del Mundo FIFA» y el resultado dependerá mucho de cómo actúen en la final de la Liga de Campeones, el mejor escaparate mundial para deslumbrar o decepcionar. Ronaldo, de 24 años, aspira a renovar el galardón del curso pasado y Messi, de 21, que fue segundo, a arrebatarle la corona.

El internacional portugués ya sabe lo que es levantar el máximo trofeo europeo, aquél que conquistó el gran Eusebio, del que dicen que es su sucesor, con el Benfica en 1961 y 1962.

Ronaldo lo consiguió el 21 de mayo de 2008 ante el Chelsea en el estadio Luzhniki, en un partido en el que vivió sucesivamente el éxito (marcó el gol de su equipo), la decepción (falló su penalti en la serie que siguió a la prórroga) y el éxtasis de la conquista de la copa.

El pasado año fue inolvidable para Ronaldo: ganó la «Premier», la Copa de la Liga, la Liga de Campeones, el Mundial de clubes y la Bota de Oro (31 goles ligueros) y fue proclamado Bota de Oro y Fifa World Player.

Messi llega con un bagaje europeo vacío, pero decidido a confirmar que tiene condiciones y clase para relevar a Ronaldo como «rey» del fútbol mundial.
Los dos han llegado al estrellato muy jóvenes y son el espejo en que se miran los pibes y los «meninos» que persiguen una pelota medio desinflada en los potreros de Rosario o en las calles de tierra de la isla de Madeira.

Su duelo personifica la épica del fútbol e invita a hurgar en los registros de la historia para recordar finales inolvidables de fútbol del bueno, cuando la Liga de Campeones se llamaba Copa de Europa simplemente. Como la que vivieron en Amsterdam el 2 de mayo de 1962 las estrellas que les precedieron en sus respectivos países: la «pantera negra» Eusebio, del Benfica, y la «saeta rubia» Alfredo Di Stéfano, del Real Madrid.

El Benfica salió victorioso del choque de astros. Fue un partido de los que se quedan para siempre en la memoria de los que pudieron verlo y el resultado lo dice todo: un 5-3 a favor de los lusos.

Puskas puso por delante al Real Madrid con una ventaja de 2-0 en el minuto 23; empató el Benfica por medio de Aguas y Cavem, pero el «cañonero» blanco colocó un 3-2 al cierre del primer tiempo. La segunda parte fue de Eusebio, con Di Stéfano marcado estrechamente por Cavem.

Coluna empató, Eusebio anotó el 3-4 de penalti y el 3-5 al desviar una lanzamiento de falta de Coluna. Di Stéfano culpó al árbitro holandés Horn de la derrota (»nunca le perdonaré su comportamiento»), aunque reconoció que el Benfica era un buen equipo. «Hicieron dos o tres goles que no se lo creían ni ellos», dice en sus memorias.

Según recuerdan Kevin Connolly y Rab MacWilliam en su libro «La historia del fútbol europeo», este partido «marcó un punto de inflexión», ya que fue la última de las finales disputadas por equipos de corte atacante, empeñados en superar el marcador del contrario: «una final alegre, antes del cínico fútbol defensivo que se avecinaba».

Con la derrota del Madrid, el Benfica había liquidado en dos finales a los dos mejores equipos españoles de la historia, ya que un año antes el Barcelona de Kubala había caído por 3-2 en Berna, en un partido aciago de Ramallets, uno de los mejores porteros de Europa.

Kocsis, a centro de Luis Suárez, adelantó al Barca, empató Aguas aprovechando una mala salida de Ramallets, Neto puso por delante a los lusos merced a otro fallo del portero azulgrana, aumentó la ventaja Coluna y acortó Czibor. Coluna alzó la Copa de Europa después de que Kocsis, Kubala y Czibor estrellaran sendos balones en los palos.

El Benfica de Eusebio jugó y perdió tres finales más, ante el Milán de José Altafini y Rivera en 1963, el Inter de Sandro Mazzola y Luis Suarez en 1965 y el Manchester United de Bobby Charlton y George Best en 1968.

Cristiano Ronaldo, el sucesor de Eusebio, busca su segundo título europeo y el cuarto del United. Messi, el heredero de Di Stéfano y de Diego Armando Maradona, persigue el sueño de su primera Liga de Campeones y la tercera del Barca. El duelo estelar promete iluminar el mundo del fútbol en el Olímpico de Roma el próximo 27 de mayo.