Toni Colom (Izda) y Juan Horrach posan para este diario.

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Fernando Fernández El 4 de julio de 2009 es una fecha marcada en rojo en las agendas de los dos ciclistas profesionales enrolados en las filas del Katusha. Toni Colom y Joan Horrach doblarán la embajada balear en la gran carrera por etapas del calendario mundial 38 años después de que Francisco Julià y Gabriel Mascaró lo hicieran en 1971. La cita será en Mónaco, en una entrega que ofrece un final de etapa en Barcelona y para la que ambos señalan a Alberto Contador como gran favorito «aunque Evans, Sastre y alguno más va a dar guerra», advierte Horrach, todo un veterano que, tras quedarse a las puertas en 2004, a sus 35 años hará realidad el sueño de completar las tres 'grandes'. Eso sí, Toni incluye en su quiniela «a Andy Schleck, ojo cómo puede llegar».

Después de un arranque sensacional, Colom podrá sacarse la espina del Tour 2007 -el Astana se retiró tras la descalificación de Vinokourov- y luchar junto a su fiel compañero y amigo por llegar a los Campos Elíseos. «Sería un sueño, pero vamos a trabajar. Después de tantos kilómetros, las fuerzas no están intactas, pero no vamos a desaprovechar ninguna oportunidad», significa Colom, que partirá en Montecarlo con galones compartidos de jefe de filas, avalado por sus victorias en París-Niza, Mallorca, Algarve o el recital en País Vasco.

Los planes pasaban desde ese punto por preparar la Vuelta, pero el Katusha ha variado su libro de ruta. Tras la Volta a Catalunya, Joan, Toni -a la espera del nacimiento de su primogénito, Marc Antoni- y Karpets reconocerán varias etapas del Tour, realizarán una concentración en altura en Madrid y tras probarse en la Vuelta a Suiza, velarán armas poco más de una semana antes de encarar el reto del Tour. «Hasta que no lo vives, no sabes lo que llega a mover esta carrera», admite Colom desde su experiencia. Pero que nadie nos pida la general. ¿Una etapa? Si se presenta la ocasión, no vamos a regalarla», confiesa el ganador de la Challenge, que junto a Horrach trabajará en un complejo de la Platja de Palma que ofrece habitaciones con equipos de hipoxia.

«Una vuelta grande te quita un año de vida», significa un Horrach llamado a ser el decimoquinto mallorquín que toma parte en la 'Grande Boucle', aunque deja claro que «como en el Giro -ganó una etapa- o en la Vuelta, se pueden dar que entre unos cuantos nos juguemos una etapa. Entonces, puedo dar el golpe». El de Deià no esconde que si acaba el Tour «ya sólo me quedará por correr la París-Roubaix. El resto de objetivos los habré cumplido». Pero antes, disfruta de unas merecidas vacaciones tras un primer tramo de curso que acabó hace unos días en Romandía.

Ambos coinciden en que quieren «hacer historia». La victoria de etapa de Miquel Bover (contrarreloj, Saint Etienne-Lyon, 1956) queda muy lejos, y la gloria del Tour reserva una doble oportunidad al ciclismo mallorquín. «La presión es enorme, pero la repercusión de lo que pase o hagas es brutal», exclama Colom, que no dudó un segundo en solicitar al mánager del Katusha, Andrei Tchmil, que Horrach fuera su hombre de confianza en la ronda gala, en una edición de 2009 que va a tener más carácter mallorquín que nunca. Y en la que Bover puede encontrar a su sucesor.