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Patricia Rodríguez|LONDRES
Un Arsenal tremendamente ofensivo se metió por derecho propio en las semifinales de la Liga de Campeones de fútbol tras desbaratar con un contundente 3-0 a un Villarreal que acabó con diez jugadores, que se mostró torpe y sacó a relucir en el Emirates flaquezas defensivas poco habituales.

Coordinación, eficacia y método. El Arsenal de Cesc compensó ante su hinchada la aguda crisis que hizo mella en su zaga, optando por un planteamiento cien por cien ofensivo que apenas dejó respirar al bloque amarillo y superó su muro de contención.

El Villarreal, un club que tenía mucho que ganar anoche, echó de menos -muchísimo- a sus dos grandes ausentes: el internacional Santi Cazorla y el organizador Marcos Senna. Y ni siquiera el recuerdo de su dolorosa eliminación de semifinales hace tres años, con un dramático penalti de Riquelme, logró empujar al equipo amarillo.

Wenger optó por los servicios de Emmanuel Eboue en el lateral derecho y se decantó por Alex Song en lugar del brasileño Denilson en el medio campo. Los primeros minutos fueron una nebulosa para el Villarreal. Claramente, el equipo londinense superaba a sus visitantes. El Arsenal presionó, atacó sin descanso, acaparó el balón en el primer acto y protagonizó los momentos más claros de peligro. La presencia de Cesc, capitán del once británico, azuzaba a sus compañeros. El internacional español colocó un balón a los pies de Adebayor para que el togolés se internara en los feudos de Diego López. El Villarreal no reaccionaba y a ese amago le siguió otra acción del holandés Robin Van Persie con otro centro a puerta que atajó de nuevo el meta amarillo.

El primer gol llegó en el décimo minuto, en una gran combinación local que Cesc prolonga de tacón para que Walcott, de vaselina, lograse el 1-0.
El Villarreal encadenaba errores poco frecuentes en este equipo; le fallaba la defensa, Gonzalo se desbarataba, Godín tampoco estaba fino y aunque parecía que la formación de Pellegrini recuperaba terreno, las ocasiones eran del Arsenal.

El descanso sentó bien al Villarreal. Al campo saltó un once diferente al del primer tiempo. Destacó la presencia de Robert Pires, que empezó a imprimir su huella, a pedir el balón y ordenar las jugadas. Pero otra vez fueron los gunners los que movieron el marcador con un remate del altísimo Adebayor a pase de Van Persie, que supuso el dos a cero.

La situación tan sólo empeoró para el Villarreal cuando el árbitro alemán, Wolfgang Stark generó polémica al pitar un más que dudoso penalti a favor del Arsenal por una entrada de Godín a Walcott. La protesta de los amarillos le costó muy cara a Eguren, que fue expulsado, por doble amonestación, en el 67, dejando en inferioridad numérica a la escuadra de Pellegrini. Convirtió el penalti Van Persie, que sentenció de esta forma el partido y la eliminatoria.