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Misión cumplida. El Bàsquet Mallorca deja sentenciada la permanencia después de firmar un partido perfecto ante un Clínicas Rincón Axarquía que se vio superado por los de Xavi Sastre en un segundo cuarto estratosférico de los isleños, que supieron frenar la reacción de los andaluces en el último parcial para sumar el undécimo triunfo del curso y, gracias a las derrotas de Rosalía e Illescas, cerrar una salvación de es cuestión de tiempo.

La victoria tenía una dedicatoria especial. El equipo quería brindar una alegría a su hinchada y a Tyler Tiedeman, lesionado esta semana y que se perderá lo que resta de temporada. Pese a todo, los que salieron más enchufados fueron los malagueños, que se marcharon en el electrónico (6-15) y cerraban el primer cuarto con una ligera renta a su favor (21-15). Prestes era el puntal bajo los tableros y Skoldebrand el más solvente de cara a canasta. Pese a todo, los de Xavi Sastre jamás le perdieron la cara a la cita. Tanto, que antes del descanso firmaron un parcial de 13-0, gracias a la buena muñeca desde más allá de 6'25 de Riera, Jooan Sastre y Blanch. Con ello, el Mallorca alcanzaba una máxima de catorce (47-33), pero la reacción visitante puso más emoción a la cita (47-39, descanso).

Con Riera en el banquillo por faltas, Xavi Sastre tuvo que dosificar sus efectivos, respondiendo a la perfección los Orfila, Pampín o Biviá, sin dejar de lado a un Blair siempre regular (15 puntos y 6 rebotes). El Mallorca mantenía la supremacía (68-61, final del tercer cuarto), pero se vio sorprendido por la irrupción del Axarquía, que llegaba a ponerse a dos (70-68) y dejaba las cosas en el aire para los naranjas. Xavi Sastre pidió tiempo muerto y la reacción mallorquina no tardó en producirse. Enseguida, el cuadro balear se puso catorce arriba (87-73), gracias en buena medida a la muñeca de un Riera magistral y un Blanch que volvió a salirse.

Apenas le quedaba margen de reacción al Clínicas Rincón Axarquía, que claudicaba y dejaba la permanencia practicamente resuelta para un Bàsquet Mallorca cuya motivación reside en luchar por acabar entre los nueve mejores al final de la competición regular y pujar por una plaza en la ACB, como recompensa a una campaña en la que han sabido optimizar al máximo sus recursos y sobrevivir en la liga.