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En su camino hacia la tranquilidad, el Mallorca ascenderá hoy las últimas rampas del Everest de la permanencia. El conjunto balear, rejuvenecido en esta segunda vuelta del campeonato, intentará conquistar una de esas plazas en las que habitualmente queda atascado para acelerar el papeleo de la salvación y dejar malherido a uno de sus compañeros de viaje. Y si una derrota despertaría viejos temores, la victoria garantizaría un colchón que le ayudaría a recuperar la calidad de vida. (Estadi Olímpic Lluís Companys, IB3 TV, 17.00 horas).

Por números y actitud, el Mallorca llega hinchado al partido. No pierde en la Liga desde el pasado 1 de febrero y su reciente gesta ante el Betis desinfectó los pequeños arañazos que aún lucía en su autoestima. Sin embargo, se medirá a un Espanyol con el agua al cuello y eso siempre acarrea un riesgo extraordinario. La ansiedad de los blanquiazules está por las nubes y aunque de ahí pueden extraerse unos dividendos notables, habrá que subir otra marcha para acabar con los maleficios que maniatan a los rojillos en este tipo de enfrentamientos.

Para Manzano, la cita desprende el mismo aroma a final que los choques anteriores y ha preparado para eso a la plantilla. El jienense, que entre lesiones y sanciones sólo tiene a diecinueve futbolistas disponibles, ha decidido llevárselos a todos a Barcelona para para blindar la unidad de la caseta y avanzar algunos metros en el plano anímico. Y al margen de Miquel Àngel Moyà, sólo se han quedado en Palma Ayoze y Scaloni. El canario, titular en los dos últimos partidos, arrastra todavía problemas en el pubis, mientras que el argentino cumplirá el primer ciclo de amonestaciones de la temporada. Así, al técnico no le queda otra salida que reformar la defensa por las alas con los regresos de Josemi y Corrales.

El centro del campo también sufrirá leves modificaciones. En principio, todo apunta a que Gonzalo Castro tendrá que seguir esperando una nueva oportunidad en el banquillo y que Varela y Arango intercambiarán posiciones en las bandas. Martí llevará el volante en la sala de máquinas y junto a él estará Mario Suárez, que vuelve al once tras su descanso obligado ante el Betis. El círculo lo completarán Jurado y Aduriz, que serán los responsables de sacarle punta al equipo isleño dentro del área espanyolista.

El Espanyol, por su parte, necesita vencer para abandonar la Unidad de Cuidados Intensivos del torneo y mantener esperanzas, aunque sus números resultan escalofriantes. Sólo ha ganado uno de los últimos diecisiete partidos (en el Camp Nou, 1-2) y en el caso de perder hoy quedaría a diez puntos de la zona de salvación. A ello hay que sumar además la nefasta racha que está redactando en Montjuïc, donde sólo ha atrapado diez puntos en toda la campaña y donde no gana desde el 2 de noviembre, cuando derrotó a Osasuna (1-0). En otras palabras, sólo le vale el triunfo.

Consciente de ello y de la importancia de dar un paso al frente, Mauricio Pochettino tiene pensado retrasar a Iván de la Peña al doble pivote, dar entrada a Rufete en la banda derecha y ubicar al ex mallorquinista Luis García como pareja de baile de Raúl Tamudo en los últimos metros.

El otro encuentro de la tarde se jugará en las gradas. El Espanyol se ha movilizado para contar con el calor de su hinchada en el choque más importante del curso y el Mallorca estará arropado por casi dos centenares de seguidores. La permanencia está en Montjuïc.