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Rafael Nadal ha acumulado kilómetros suficientes para dar casi dos vueltas enteras al mundo en su trayectoria hacia el cetro de la Tierra. El tricampeón de Roland Garros persigue su cuarto título consecutivo sobre la arcilla parisina en una temporada en la que la celebración de los Juegos de Pekín podría elevar sus registros hasta suponer una cifra superior a los 150.000 kilómetros al final del año.

Las exigencias del circuito han aumentado en el presente curso debido a la celebración de la Olimpiada en la capital china. El mayor evento deportivo del planeta ha comprimido el calenario agravando las quejas de los jugadores, que han subrayado la diferencia de trato que reciben los torneos en Estados Unidos con los que se celebran en Europa. Y es que los torneos que se celebran en el viejo continente apenas presentan margen entre las grandes citas de tierra batida perjudicando a los especialistas en esta superficie.

El número dos del mundo ya inició el año 2008 a más de 8.000 kilómetros de su Manacor natal y lo hizo en el torneo de Chennai en La India, desde donde puso rumbo a las antípodas para tomar parte del primer Grand Slam del año que se celebra en Melbourne. Precisamente la gran distancia recorrida y el cansancio acumulado después de los primeros envites obligó a Rafael Nadal a ausentarse de la primera eliminatoria de la Copa Davis que el equipo español disputó en Lima, la capital de Perú.

Tras la prematura eliminación en Rotterdam, el tricampeón de Roland Garros viajó por segunda vez al continente asiático para competir en Dubai previo desembarco en la gira norteamericana para disputar los Masters Series de Indian Wells y Miami. Precisamente en este punto es donde se ha podido ver la versión más reivindicativa de Rafael Nadal con sus quejas hacia la ATP por la confección de un calendario que no concede respiro alguno y limita cada vez más la campaña de tierra. Y es que mientras Indian Wells y Miami cuentan con una semana de descanso entre ellos, los tres Masters Series sobre tierra se disputan en apenas un mes con el agravante de intercalar entre Roma y Hamburgo la prestigiosa cita con el Conde de Godó. Todo ello sin olvidar el compromiso con la Davis que aumenta los objetivos y al mismo tiempo las horas de trabajo.

La intensidad y la concentración de encuentros ha sido máxima y las molestias de Rafael Nadal en la final de Hamburgo encendieron las alarmas tras la vorágine de partidos en la que está instalado desde su irrupción en la élite. Sólo los apenas cuatro días de descanso previos al viaje a París le han permitido administrar su preparación para llegar en el mejor momento posible a su torneo predilecto, donde los encuentros a tres sets invitan aún más a dosificar los esfuerzos en los días previos.

El recorrido del mallorquín aún se endurecerá más en los meses que se avecinan. Las fechas de los Juegos en agosto obligan a un sobreesfuerzo que aún podría ser mayor si finalmente España supera a Estados Unidos en la semifinal de la Copa Davis y disputa una nueva final por la Ensaladera.

En cualquier caso, Nadal abre en París un período en el que, además de precisar un buen nivel físico, necesitará mantener la mentalidad que le ha permitido no verse superado por los acontecimientos. Y es que las dos semanas que habitualmente compite en París se unen con la temporada de hierba motivando que el manacorí esté un mes alejado de la Isla. Así las cosas, el desgaste psicológico también es muy elevado en los próximos meses y se añade a todas las vicisitudes que ya ha tenido que superar. Sin duda, la odisea del mallorquín alrededor del planeta demuestra las exigencias de un circuito profesional que acumula críticas de sus protagonistas y que, de momento, es junto a la PGA de Golf uno de los certámenes que menos respiros concede.