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Javier Giraldo|BARCELONA
El Barcelona sobrevive en la Liga tras despachar al Valladolid (4-1) gracias a cuatro apariciones de su jugador más joven, Bojan Krkic, encargado de rescatar al equipo azulgrana de una crisis de ansiedad y de la mediocridad de un juego plano y sin brillo.

Frente al Valladolid, el Barça salvó el partido gracias a cuatro goles con participación de Bojan, una de las mejores noticias que ofrece el equipo de Rijkaard. El joven delantero asistió a Etoo en el primer tanto, intervino en el segundo y marcó el tercero y el cuarto, un botín que le convierte en imprescindible y que denuncia la renuncia de otras estrellas de la plantilla.

Con poco más que cuatro detalles, el Barcelona sometió a un Valladolid atrevido, con mejor aspecto de lo que indica la clasificación. Atacó con descaro el equipo de Pucela, adelantó sus líneas y llegó al área de Valdés con muchos jugadores; argumentos que al final no le sirvieron para puntuar. Cuestión de jerarquías futbolísticas, el Barcelona acabó por imponer su potencial ofensivo. Sin embargo, el equipo de Rijkaard sigue navegando sin rumbo. Como un millonario arruinado, vive al día. Ya no disfruta de la opulencia de tiempos pasados; ahora se limita a llegar a fin de mes. Ocurrió ante el Valladolid en un partido irregular, con más momentos de tensión que de gozo para la hinchada azulgrana, en la peor entrada del Camp Nou de toda la Liga.

Se adelantó pronto el equipo local gracias a un remate en escorzo de Etoo a pase de Bojan. El gol prometía una tarde plácida, pero una discutida decisión arbitral cambió el panorama del partido. Paradas Romero señaló penalti de Thuram a Llorente y Sesma empató desde los once metros. El contador se volvía a poner a cero.

Tan frágil y delicado como es, el Barcelona se echó a temblar. No encontró respuestas tácticas ni cimientos morales y se venció de mala manera durante un cuarto de hora. A partir del gol del empate, el Valladolid se dedicó a gobernar el partido con una autoridad insultante. En la reanudación, Sesma volvió a marcar la línea. A los pocos segundos, ya inquietó a Valdés con un disparo lejano. El partido iba camino de convertirse en un mal trago para el Barça, pero Iniesta se aprovechó de un error en el despeje de Pedro López para recortar a Asenjo y aliviar a su equipo, que por fin respiró tranquilo.

El guión del partido comenzó entonces a seguir su curso previsto. Al Valladolid se le hizo muy cuesta arriba pensar siquiera en igualar y la ocasión la aprovechó Bojan, muy hábil en el área, para recoger un rechace y firmar el 3-1. El partido quedaba sentenciado.

Aún pudo Sesma poner en apuros al Barça a falta de un cuarto de hora. Remató a placer a un metro de Valdés, pero su balón se estrelló en el palo. Igual que el de Manchev, que murió en el larguero; jugada que prologó el punto final del partido, un nuevo gol de Bojan, su séptimo en la Liga, a puerta vacía a pase de Etoo. La jugada retrató la ambición del joven delantero, único símbolo reconocible en un Barcelona apático y tibio, frágil en los momentos más crudos del partido y limitado a cumplir con su obligación sin entusiasmo.