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La maldición de La Casilla atenazó de nuevo al ViveMenorca, superado por un iurbentia Bilbao que, sin desplegar un gran juego, mostró el punto de solidez necesario para llevarse un partido escaso en calidad. La mejor dirección del duo Salgado-Huertas, el oficio de los balcánicos Pasalic y Rancik, unido a la jerarquía de Weis en la zona, fueron suficientes argumentos para desarmar al grupo de Ricard Casas, inconstante y falto de convicción durante muchos minutos del choque, y que acumula su enésima decepción en Bilbao, plaza inexpugnable hasta la fecha, a la par que certifica la séptima derrota de la temporada.

Ya de inicio se intuyó un Menorca errático. Hasta tres minutos tardaron los de Casas en sumar su primera canasta, problema patente durante todo el primer cuarto, en el que únicamente Jesús Fernández y Varda fueron capaces de convertir sus ensayos (3 canastas de dos en diez minutos, desparecidos Stojic y Bazdaric). El Bilbao también sufría en este aspecto, pero su mayor capacidad para generar juego en la pintura le otorgaba fáciles encestes y el mando en el luminoso (23-16 al cierre del primer cuarto). Lejos de solucionar su espesura ofensiva, el Menorca continuó trabado en labores de producción en la apertura de la segunda manga, encajando un 10-0 que situaba a los vascos por encima de la decena (33-20). Pareció despertar Stojic, que anotó su primer triple superado el minuto 15, aunque no tardó Quincy Lewis en dar réplica, con cinco puntos consecutivos, y situar la máxima renta en el marcador (40-27 a dos minutos del intermedio). Casas probaba todo sin encontrar la solución, e incluso le dio la batuta al joven Guzmán en los instantes finales del segundo cuarto. En un aspecto sí que se mostraba serio el Menorca, y era en los tiros libres y su capacidad para provocarlos. El elevado porcentaje desde los 4'70 impedía una sangría mayor al descanso (41-31 para iurbentia), aunque se antojaba escaso bagaje como para aspirar al triunfo. Los de Vidorreta habían anotado el doble de tiros de campo y avasallaban en el rebote (20 a 12). Muchas cosas debía enderezar el Menorca en la reanudación, y lamentablemente no lo hizo.

De hecho, la cosa empeoró nada más volver al juego. Huertas imprimía una marcha más al iurbentia, que se iba de quince (51-36) apenas transcurridos tres minutos. No obstante, pudo el grupo menorquín darle una vuelta de tuerca al partido, cuando se produjo una de esas situaciones tantas veces inherentes al juego. Vidorreta era sancionado con una técnica por protestar una falta, pero los menorquines no supieron sacarle provecho a la coyuntura.

El marcador indicaba entonces un incierto 54-44. Lo que pudo ser una acción de seis puntos se quedó en casi nada, y el tercer parcial moría con dominio vizcaíno (60-51). Y del mismo modo se desarrolló la última manga, en la que el Menorca jamás fue capaz de reducir la renta por debajo de los diez, y con la conexión Salgado-Banic creando verdaderos estragos y concretando el merecido triunfo vasco.