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Jordi Ferrer Gisbert|VALENCIA
El Atlético de Madrid consiguió probablemente los tres puntos más fáciles de la temporada al derrotar por la mínima a un Levante que dominó el juego en varias fases del encuentro, pero que no tuvo mordiente ofensiva necesaria para incomodar a su rival.

De hecho, el conjunto de Javier Aguirre dio la impresión de conformarse con el esfuerzo realizado en la primera mitad y a punto estuvo de salirle caro en unos vibrantes minutos finales.

La espesura del juego atlético se fue diluyendo lentamente gracias a la gran movilidad de sus delanteros, que intercambiaron sus posiciones, bajaron a recibir al centro del campo y empezaron a abrir huecos en la defensa local. En el 27, Ze Castro mandó un medido pase a la espalda de los centrales levantinistas, Agüero controló el balón con el pecho y lo dejó muerto para que Forlán fusilase a placer el 0-1.

Hubo un amago de reacción local inmediatamente después de recibir el gol. Riga recogió un rechace en el punto de penalti e intentó superar a Leo Franco con una vaselina, pero el balón se estrella en el larguero y el Levante se apagó de inmediato.

La mínima ventaja cosechada en el primer tiempo debió parecerle suficiente al Atlético, que tras pasar por el vestuario se limitó a esperar en su campo para lanzar el contraataque, una opción evidente con la entrada en el campo de Reyes y Simao.

Ni la entrada en el campo de Geijo ni la de Saúl solventaron los grandes problemas del Levante en ataque. Por su parte, el Atlético pudo aumentar su diferencia en alguna de las numerosas acciones individuales del Kun, Maxi o Reyes, sin duda los jugadores más incisivos en la segunda mitad, pero anduvieron escasos de precisión en los metros decisivos.